La impresión de piezas no es lo más recomendable en cuanto a seguridad, aunque la práctica sirve para piezas de prueba, o hasta para tener modelos completos.
Jay Leno es un fan de los coches clásicos muy pragmático. Como estaba cansado de buscar durante meses -y a veces en vano- piezas de repuesto, y de pagar miles de dólares a especialistas que las crearan, decidió cambiar de método: ahora encarga que le impriman las piezas en una impresora 3D por unos pocos cientos de dólares.
Aunque no se parece en nada a una impresora de tinta de una oficina, el comportamiento es bastante similar, explica Andreas Pfeffer, de la empresa alemana de recambios Wulf Gaertner Autoparts: tras escanear la pieza imitada y crear un modelo digital por ordenador, la impresora la hace realidad. Sólo que esa impresora no tiene tinta en su interior, sino plástico que se endurece por capas de una milésima de milímetro con rayos ultravioleta y en una fracción de segundo. La impresora va acumulando capas y capas una sobre otra hasta crear un objeto tridimensional. "Ya reproduzca piezas existentes o diseñe otras nuevas, estas impresoras ofrecen una libertad formal mayor que cualquier otro proceso de fabricación", dice Pfeffer.
Cada vez más aficionados hacen uso de ella, pero aún falta que la tecnología se imponga, según afirma Frank Reichert, quien dirige el departamento de autos clásicos en el club del automóvil ADAC.
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"El proceso sigue siendo comparativamente caro, pero los precios por los aparatos y el material caerán conforme se expanda", dice el experto.
Reichert cree que aún hay otras dos razones que hacen interesante esta tecnología para los fans de los vehículos antiguos: la cantidad de piezas de plástico en los clásicos va aumentando con los años y la bien conectada escena de clubes de aficionados hace posible el fácil intercambio de modelos 3D. El experto alerta, sin embargo, ante expectativas o uso exagerados.
"El proceso es sobre todo interesante para piezas pequeñas que no están disponibles de otro modo. Para los componentes más relevantes para la seguridad aún no es adecuada una impresión en 3D".
También Pfeffer calma las expectativas, ya que cree que seguirá siendo necesario consultar con un especialista para la impresión en tres dimensiones. Considera improbable que pronto se impriman piezas de automóvil en el sótano de las casas como si fuera un hobby como las manualidades. Los primeros aparatos diseñados para uso doméstico cuestan menos de 435 dólares y según los expertos no son apropiados para diseñar piezas de automóvil.
La impresión en 3D no sólo ayuda con los vehículos clásicos, sino que también se usa en la producción de nuevos autos. "Muchos fabricantes lo usan al menos para la creación de prototipos porque en esa fase no se necesitan aún las máquinas especiales más caras y porque la forma siempre puede variar en ese proceso de pruebas", dice Andreas Baader, socio de la consultora Barkawi Management Consultants de Múnich. BMW, por ejemplo, lo usa ya desde 1991 en la creación de prototipos. El departamento de investigación e innovación de la marca produce así cada año 100,000 piezas, afirma la portavoz Sandra Schillmöller.
Las primeras de ellas ya están en manos de los clientes: para el coche de competencia Z4 GT3 se han impreso 500 piezas para las bombas de agua. Como es una serie limitada, resulta más eficiente que emplear moldes especiales. Además, el procedimiento permite un detalle que no alcanza ningún otro.
Sin embargo, es algo más complejo que lo que uno se imagina con una impresora casera, afirma Schillmöller: "La impresora 3D pone el material en láminas de metal pulverizado de 0.05 milímetros sobre una plancha de procesado. El láser funde el polvo con una capa de aluminio en un determinado lugar y bajo una atmósfera protegida".
En el futuro, la impresora 3D será aún más importante para los fabricantes, asegura Baader: "Ofrece la oportunidad de dar forma a estructuras de enrejado, que son más ligeras y estables y permiten mayores filigranas. De esta forma, la impresión en 3D ayuda al ahorro de combustible y hace posible mayor comodidad en el interior. Y en caso de defectos, hay piezas que se pueden construir de nuevo así más fácil y rápidamente".
Para el consumidor final, la principal ventaja quizás sea que aumenta la posibilidad de individualización. "Pronto los conductores pedirán que se imprima su nombre en los estribos y se individualicen volantes y palancas de mando", afirma convencido Baader. Néstor Llanos va más allá. El director de proyecto de la start-up estadounidense Local Motors creó el año pasado el primer vehículo fabricado enteramente con una impresora 3D: el Strati. Sólo tardó 44 horas en imprimir las cinco piezas que componen la carrocería del vehículo eléctrico. "Luego lo labramos, lijamos y pulimos durante 15 horas y necesitamos dos días para el montaje final. Entonces, el prototipo quedó ya acabado".
El concepto no sirve aún para la producción en serie, asegura Llanos. Pero el Strati llegará al mercado en un año y la flota crece mes a mes, ya que allí donde Local Motors construye una impresora 3D se crea un auto en sólo 44 horas.
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