La ingeniería genética en la vida real está haciendo que las aves se parezcan más a los dinos.
Más de dos décadas después de que los dinosaurios estrellaran las cercas eléctricas en Jurassic Park, la cuarta entrega de la serie ?Mundo Jurásico? presenta una vez más a desafortunados turistas frente a las garras y las fauces de monstruos creados a través de ingeniería genética. Pero a pesar de que todo el mundo sabe que esto es ciencia ficción, titulares y artículos de alto perfil sobre la des-extinción han permitido que la ficción siga un poco más los pasos de la realidad.
¿Veremos alguna vez un mundo jurásico de verdad?
No como lo vemos en la película, pero algunos paleontólogos están explorando otra manera de revivir los rasgos de los dinosaurios, a través de ingeniería genética que produce aves más parecidas a sus ancestros dinosaurios.
Primero hagamos a un lado la ficción. La manera en que los genetistas de Mundo Jurásico fabricaron sus atracciones dentadas era cercana a la manera en que Michael Crichton las visualizó en su novela original.
Comenzando con ruinas de ADN extraído de mosquitos prehistóricos e insectos mordaces, los científicos de la ficción llenaron los vacíos con genes de animales vivos para improvisar criaturas que parecieran dinosaurios reales. (Sin importar los complicados pasos que tuvieran que dar al partir de genes para llegar hasta los organismos vivos. Eso era un problema de los criadores de dinosaurios en el sitio B.)
Si bien este esquema ficticio para traer dinosaurios a la vida era ingenioso, nunca sería una realidad. (Ese fue uno de los hechos con los que tuve que lidiar como asesor científico para el sitio web oficial de la nueva película.) El material genético simplemente no dura lo suficiente. El ADN comienza a decaer al momento de la muerte, y, dada su velocidad de desintegración, aun bajo condiciones ideales, hay pocas esperanzas de obtener siquiera una pizca de ADN de fósiles de antigüedad mayor a 6.8 millones de años.
Eso es demasiado reciente para el Tyrannosaurus y el Triceratops, y ni hablar de dinosaurios anteriores que florecieron entre 235 y 66 millones de años atrás. Los fósiles pueden preservar la estructura de las fibras de colágeno y las células sanguíneas, pero es cada vez menos probable que un investigador salte de la mesa de laboratorio y grite ?¡Bingo! el ADN de un dino!?.
En lugar de traer a la vida ADN antiguo, los científicos están pensando en cómo ir hacia atrás a partir de ADN moderno. Estos planes son un poco más cercanos a algunos de los experimentos que se presentan en el nuevo éxito de taquilla, en el que los genetistas reordenan genes para crear animales que correspondan más al entorno local y a las expectativas de los visitantes. No son dinosaurios "puros", sino criaturas personalizadas reconstruidas a la medida.
Creando ?pollosaurios’
Las aves son dinosaurios vivos. Cierto, no son para nada como un Stegosaurus o un Apatosaurus, pero son otra línea de dinosaurios que se desarrolló hace unos 150 millones de años y sobrevivió mientras toda su parentela se extinguió. Y ya que los genes de las aves conservan rastros de su pasado prehistórico, al igual que la anatomía, algunos científicos están observando estos dinosaurios vivientes para reconstruir los animales perdidos que los antecedieron.
El paleontólogo Jack Horner, consultor para las películas de Jurassic Park desde el principio, ha tenido mucho trato con la prensa para presentar este concepto como el proyecto ?pollosaurio?. Mediante el ajuste de genes y el desarrollo de pollos que Horner y otros han propuesto, los científicos pueden crear un pájaro que parezca un Velociraptor.
Algunos de los cambios necesarios para crear un pollosaurio ya están empezando a conjuntarse. En 2006, el biólogo Matthew Harris encontró que los embriones de pollo pueden desarrollar dientes rudimentarios. Luego, apenas el mes pasado, un par de estudios independientes fueron capaces de producir pájaros más parecidos al Velociraptor.
Después de descubrir que el dedo encaramado en las patas de las aves modernas se empieza a desarrollar apenas los embriones comienzan a mover sus músculos, el biólogo João Francisco Botelho y colegas paralizaron ese dedo en las aves en desarrollo y encontraron que conservaba la anatomía ancestral vista en los dinosaurios no aviares.
Por la misma época, el genetista Bhart-Anjan S. Bhullar, de la Universidad de Harvard, y coautores anunciaron que podían crear pollos experimentales carentes de picos y con mandíbulas de forma más parecida a las de dinosaurios como el Velociraptor. Con unos cuantos cambios más ?entre ellos, una cola larga y equilibrante?, los científicos estarán bastante cerca de producir lo que va a verse como un gallo cretácico.
Este método no nos permitirá traer de vuelta al Velociraptor o al Tyrannosaurus. Esos dinosaurios han quedado atrás y nunca van a regresar. En su lugar, un pollosaurio estaría más cerca del Indominus rex, el villano ficticio de Mundo Jurásico e híbrido de varios genes de dinosaurios y otras criaturas, o incluso elefantes genéticamente modificados parecerían mamuts. No sería el momento de la resurrección, pero sí de la reinvención.
Sin embargo, el punto no es que alguien alguna vez presente en vivo un ?pollosaurio? por televisión. El verdadero objetivo de estos estudios es comprender la relación entre cambio genético, desarrollo y anatomía, que acentuó una de las más maravillosas transiciones evolutivas de todos los tiempos. En conjunto, todo esto podría revelar lo que pasó con los genes y la anatomía a medida que las aves procedieron de sus ancestros dinosáuricos.
Los huesos proporcionan la hoja de ruta, pero los rasgos de la aves vivas pueden dar algunas instrucciones paso a paso para llegar de un punto a otro. Y eso es lo que el paleontólogo Alan Grant sabía bien. Podemos saber mucho acerca de los dinosaurios porque algunos de ellos todavía están con nosotros. Asomémonos miremos los carboneros, las codornices y los cuervos. Todavía vivimos en un mundo jurásico.