El traumatismo cerebral causado por onda expansiva es la lesión característica de las guerras de Irak y Afganistán.
Extracto de la edición de febrero de la revista National Geographic en Español.
Fotografías de Lynn Johnson
Según el Departamento de Defensa de Estados Unidos, entre 2001 y 2014 se identificaron alrededor de 230,000 soldados y veteranos que presentaban la llamada lesión cerebral traumática (LCT) leve, principalmente, consecuencia de la exposición a explosiones. La diversidad de síntomas asociados con esta condición -incluidos dolor de cabeza, convulsiones, trastornos motores y del sueño, mareo, alteraciones visuales, zumbido de oídos, cambios de humor y dificultades cognitivas, de memoria y del habla-, su semejanza con los del trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la falta de registro durante los primeros años de las campañas en Afganistán e Irak, hacen imposible precisar la cifra exacta de víctimas.
Pese a la prevalencia del problema, las interrogantes más fundamentales siguen sin respuesta, pues amén de que no existe una metodología diagnóstica confiable, tampoco hay manera de prevenir o curar el trastorno.
Y más que nada, la comunidad médica no ha llegado a un consenso en cuanto a la naturaleza de las lesiones inducidas por explosiones o sobre el mecanismo mediante el cual la onda de choque causa daños en el cerebro.
BUM: una sola explosión consiste en una amalgama de componentes casi simultáneos, cada uno particularmente dañino. La ignición precipita una reacción química, una expansión de gases instantánea que expulsa una muralla esférica de aire y gas a una velocidad superior a la del sonido. La onda de choque envuelve cualquier objeto a su paso en un globo de presión estática. Durante esa efímera etapa -el efecto explosivo primario-, el individuo permanece inmóvil. Después sobreviene una repentina caída de presión que crea un vacío; ocurre entonces el efecto explosivo secundario: una ráfaga de viento supersónico que llena ese vacío y arroja y fragmenta los objetos que encuentra, convirtiendo los escombros en proyectiles penetrantes de alta velocidad. El viento mismo ocasiona el efecto explosivo terciario, elevando en el aire personas y hasta vehículos blindados de 13 toneladas, arrojándolos contra paredes, rocas y cunetas polvorientas.
Los efectos explosivos cuaternarios consisten de todo lo demás: llamas, químicos abrasadores y polvo sofocante.
El misterio estriba en los efectos de la explosión primaria. Por ello las teorías son muy diversas: ¿la onda de choque ingresa por los orificios craneales -ojos, nariz, oídos, boca- ocasionando las lesiones cerebrales? ¿Cómo lo hace? ¿La presión externa que comprime el pecho se canaliza por los vasos sanguíneos y asciende por el cuello hasta el cerebro? ¿Las ondas de choque oscilatorias que se transmiten del cráneo al cerebro semilíquido provocan embolismos? ¿La presión deforma el cráneo, ocasionando que aplaste el cerebro? ¿Las ondas de choque oscilatorias que se transmiten del cráneo al cerebro semilíquido provocan embolismos? ¿La presión deforma el cráneo, ocasionando que aplaste el cerebro? ¿el ruido de la explosión causa daños? ¿Y el destello de luz? Si la mayor parte de los soldados diagnosticados con neurotrauma inducido por explosiones también han sido zarandeados o lanzados al aire por ls ráfagas de viento de la explosión, ¿El neurotrauma inducido por explosiones también han sido zarandeados o lanzados al aire por las ráfagas de viento de la explosión , ¿el neurotrauma militar es, entonces, sólo una variedad exótica de contusión cerebral?
** Tiffany H. participó en Irak (2007-2008) y Afganistán (2010-2011)