Producir los alimentos que tiramos ocasiona más gases de efecto invernadero que los que genera la mayoría de los países enteros.
Más de una tercera parte de los alimentos que se producen en nuestro planeta nunca llega a una mesa. Ya sea que se descompongan en el camino o sean desechados por los consumidores en los países ricos, en donde por lo general se compra demasiado y se tira el exceso. Esto se traduce a aproximadamente 1,300 millones de toneladas de alimentos, con un valor cercano a un billón de dólares precio menudeo.
Aparte de las implicaciones sociales, económicas y morales de ese desperdicio ?en un mundo donde se calcula que 805 millones de personas se acuestan con hambre cada noche? el costo ambiental de la producción de toda esa comida que termina en la basura es, para nada, sorprendente.
Sólo el despilfarro de agua sería equivalente a la totalidad del flujo anual del río Volga ?el más grande de Europa?, de acuerdo con un reporte de la ONU. La energía que se destina a la producción, recolección, transporte y embalaje de ese alimento desperdiciado, mientras tanto, genera más de 3,300 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono. Si los residuos de alimentos fueran un país, éste sería el tercer mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero, por detrás de Estados Unidos y China.
John Mandyck, director de sustentabilidad de United Technologies, una firma estadounidense de ingeniería y transporte refrigerado, asegura que el desperdicio de alimentos puede resolverse mediante la mejora de la "cadena de frío", que comprende los servicios de transporte y almacenamiento refrigerados. Su compañía fue sede de la primera Cumbre Mundial de la Cadena de Frío, celebrada en Londres el pasado noviembre. Esta semana, Mandyck se encuentra en Davos, Suiza, con motivo de la Cumbre Económica Mundial, donde hablará del problema del desperdicio de alimentos. Desde ahí respondió algunas preguntas por correo electrónico.
¿Por qué el tema de los residuos de alimentos parece moverse por debajo del radar?
En el mundo desarrollado tendemos a dar por hecho nuestra alimentación. Como la comida es tan abundante, no somos conscientes de la enorme cantidad que se desperdicia y el impacto que tiene sobre el hambre mundial, la estabilidad política, el medio ambiente y el cambio climático. Sin embargo, cuando de buscar formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se trata, el tema del desperdicio de alimentos es relativamente sencillo ?el problema más fácil de atajar, por así decirlo?, y sin embargo, literalmente, la comida se está pudriendo en nuestras mesas. Resolver esto no requiere ninguna nueva tecnología, sólo un uso más eficiente de lo que ya tenemos.
La comida difícilmente podría ser una industria más importante para la humanidad. Todos los seres vivos en el planeta dependemos de ella. Y, sin embargo, una tercera parte de lo que se produce nunca llega a nuestras mesas. ¿Por qué somos tan ineficientes en eso?
El desperdicio de alimentos se presenta en dos formas. Aproximadamente un tercio tiene lugar en el nivel de los consumidores: compramos demasiado y tiramos una buena parte a la basura. Alrededor de dos tercios del desperdicio se da en el nivel de la producción y la distribución. Por ejemplo, una gran cantidad de comida se pudre en los campos, o se pierde como resultado de las redes de transporte pobres, o se descompone en los mercados que carecen de las técnicas de conservación adecuadas. Podemos hacer una gran diferencia en el transporte y el almacenamiento, mediante condiciones adecuadas de temperatura, para así ampliar el suministro de alimentos.
¿Qué podemos hacer? ¿Dónde debería estar la atención del gobierno y la industria?
Los gobiernos pueden promulgar estándares de seguridad donde no los hay. Esto pondría en marcha el sistema para transportar y almacenar correctamente los alimentos perecederos como la carne, el pescado, los productos lácteos y las verduras. Esto también aseguraría que más comida fuera apta para el consumo. En la industria está el innovar y escalar las necesidades en materia de tecnología para hacer que ésta sea accesible para los países en desarrollo. La industria también puede desempeñar una función útil, al fomentar la conciencia sobre el impacto del desperdicio de alimentos.
¿Cuáles serían los beneficios?
Los dividendos de evitar el desperdicio de comida pueden ser históricos. Producimos comestibles suficientes para alimentar a todos los habitantes del planeta en la actualidad, y a los 2,500 millones de personas que habrán de vivir en los próximos 35 años. Tenemos que despilfarrar menos comida para alimentar a más. La agricultura ya utiliza el 38% de la tierra libre de hielo, en comparación con el 2% que las ciudades ocupan, y utiliza el 70% del agua dulce. Si queremos alimentar a más personas, no es posible producir más comida y seguir desperdiciando tanto. Las ganancias ambientales de reducir el despilfarro no son menos importantes: una menor cantidad de emisiones de una de las principales fuentes y una mayor eficiencia en el aprovechamiento del agua para combatir la creciente escasez del vital líquido.
¿Y en el nivel de los consumidores? Todos podemos poner nuestro grano de arena y juntos hacer una diferencia significativa. Compremos sólo los alimentos que necesitemos, para así tirar menos. Aceptemos que el producto puede ser de primera calidad y delicioso, aun si tiene una pequeña imperfección en apariencia. Traigamos a casa la comida que no acabemos de consumir en los restaurantes. Pequeños cambios pueden producir grandes resultados.
¿Qué es exactamente la ?cadena de frío??
Es la red que transporta y almacena alimentos perecederos como carne, pescado, productos lácteos y vegetales en condiciones de temperatura adecuadas para evitar su deterioro. Involucra tecnologías como la refrigeración en contenedores marítimos, camiones-remolque, almacenes, salas de venta y exhibidores para venta al menudeo.
¿Existen nuevas tecnologías inteligentes capaces de ayudar a mejorar esa cadena?
Hay tecnologías eficaces y accesibles para rastrear y controlar los alimentos en tránsito, que garantizan que los comestibles se conserven dentro de los parámetros adecuados de temperatura. Es una manera proactiva de prevenir el deterioro en el nivel de distribución. También se están utilizando nuevas tecnologías que permiten proporcionar sistemas de refrigeración para camiones accesibles para los mercados emergentes, como la India. Además de eso, tecnologías medioambientales, como refrigerantes naturales y sistemas de eficiencia energética que reducen el impacto ambiental de la cadena de frío.
¿Cómo hacer que estas tecnologías sean asequibles en los países más pobres, donde a menudo la necesidad es mayor?
Tenemos que pensar diferente. No podemos esperar que los sofisticados sistemas de camión-remolque con refrigeración disponibles en Estados Unidos y Europa sean adoptados inmediatamente en los países emergentes. En muchos casos, las carreteras en estos países no son compatibles con los sistemas de camiones grandes, o quizá esos lugares no cuenten todavía con la habilidad técnica para apoyar dichos sistemas, o tal vez la economía local aún no puede permitirse la compra de esos sistemas. Por eso tenemos que ajustar la tecnología a las necesidades locales, haciéndola más pequeña, con un menor número de características?, para que sea más accesible.