En Nepal los dioses hablan a través de los desastres, y los temblores son vistos como una llamada de atención para la humanidad.
En Nepal, los dioses hablan a través de los desastres, y los temblores son vistos como una llamada de atención para la humanidad.
Para Chanira Vajracharya, de 19 años, quien alguna vez fue adorada como una diosa viviente en su natal Nepal, los terremotos recientes en el país son una llamada de atención.
?En estos tiempos es necesario orar mucho y pedir perdón?, expresó Chanira recientemente. ?La gente tiene que dejar de hacer tonterías y empezar a concentrarse en lo más importante. Tenemos que recordar. Tenemos que empezar a rezar en serio?.
Para el pueblo de Nepal, el trauma de perder a sus seres queridos, sus hogares y posesiones, se ve agravado por la profunda angustia psicológica de que este evento ocurrió por una razón: el mundo está fuera de orden, y los humanos tenemos la culpa.
Ya había temido la oportunidad de conocer a Chanira, una elocuente y prometedora estudiante de administración de empresas, en septiembre pasado, en la casa de su familia en la ciudad medieval predominantemente budista de Patan, cerca de Katmandú, cuando reportaba un trabajo para la edición de junio de National Geographic, acerca de las Kumari ?nombre con que se designa a las niñas de la etnia Newar que son adoradas como diosas vivientes. (Lee: Las costumbres de Nepal)
Cuando ocurrió el terremoto del 25 de abril, yo estaba en su casa en Sussex, Inglaterra, así que le pregunté a mi amiga Ellen Coon, estudiosa de la cultura Newar, quien en ese momento estaba en Katmandú, si sabía algo de las Kumari. Fue un gran alivio saber que Chanira y las otras 10 Kumari habían resultado ilesas.
Luego, el martes, el día de la réplica de magnitud 7.3 ?hasta ahora la más violenta de las muchas réplicas que se han registrado en Nepal?, nuevamente me preocupé por Chanira y los demás Kumari. Afortunadamente, Chanira hizo un posteo rápidamente en Facebook, diciendo: ?Todas estamos a salvo, pero en un área sin conexión a Internet. Estaré en contacto pronto?.
Ellen misma había rozado la muerte. Estaba entrevistando a una mujer de 83 años de edad, de Newar, en el tercer piso de su vieja casa de madera, cuando los temblores ocurrieron. Ellen logró sujetarse de su asistente de grabación en el cubo de la escalera, y entre las sacudidas escaparon del inmueble. La anciana fue rescatada horas más tarde, mientras esperaba pacientemente en su cama, en medio de los rechinidos de las paredes, por su hijo y un par de soldados.
Ellen encontró a Chanira en su casa el martes pasado, 10 días después de la catástrofe, luciendo fresca y ataviada con un kurta azul con negro y gafas a juego, y con su pelo largo recogido en una cola de caballo que le llegaba por debajo de la cintura.
Pero por dentro, dijo Chanira, estaba distraída y nerviosa, sobresaltándose todavía por cualquier cosa. ?Estábamos aterrorizados?, le dijo a Ellen, quien describe el momento en que la casa comenzó a moverse. ?Todos nos aferramos el uno al otro en la entrada?.
Tan pronto como pudieron, corrieron al Hakha Bahal, el patio Kumari que está a unos metros de la carretera, donde sabían que el poder de Unika, la actual diosa de la ciudad de Patan, de siete años de edad, los protegería.
Su casa también se había mantenido firme. Unika había permanecido tranquilamente sentada en su trono a lo largo del sismo, mientras que otros edificios sobre la calle principal se venían abajo.
Procesión premonitoria
Un día antes del terremoto, Chanira, al igual que miles de personas de todo el valle de Katmandú, asistió a uno de los festivales más importantes de Nepal ?la procesión de carros del Rato Matsyendranath, el dios budista de la compasión, también conocido como Bungadya.
La procesión de carros del Bungadya ?una estructura gigantesca hecha principalmente de bambú, de unos 20 metros de alto, montada sobre ruedas de madera sólida del tamaño de las puertas de un granero, impulsadas por decenas de hombres jóvenes, es un evento cargado de presagios.
Cualquier incidente a lo largo de su precario curso puede ser signo de un desastre inminente. En 2001, poco antes de la masacre de toda la familia real de Nepal, a manos del hijo del rey, el carro se había volcado. En 2004, en el periodo previo al golpe de Estado del rey Gyanendra, la superestructura se había caído al suelo, lesionando a seis personas.
Este año fue importante: cada duodécimo año, el carro es jalado a lo largo de siete kilómetros desde la casa del dios, en el pequeño pueblo de Bungamati, hacia Patan.
Atestiguado por la Kumari reinante de Patan, se supone que la procesión, o jatra, es el ejemplo supremo de cooperación y devoción comunitaria, un homenaje que animaría al dios a derramar bendiciones sobre la Tierra.
Pero Chanira dijo a Ellen que estaba impactada ante la falta de cuidado con que el jatra se llevó a cabo esta vez. Hubo errores evidentes: el asta del carro era de sólo un par de arbolitos atados en lugar de un solo árbol recto de 10 metros. Los adornos fueron colocados en el carro en el momento y el lugar equivocados, y se pasaron por alto rituales importantes.
Es más, una serpiente ?siempre poderosa en Nepal? se había deslizado a través del camino en frente del carro, pero nadie se detuvo a realizar un rito compensatorio.
Lo peor es que el carro no hizo una pausa para pasar la noche en los lugares marcados por los simbólicos lotos en la carretera. Se considera que estos lugares están protegidos; es donde se dice que las diosas residen.
La misma noche antes del terremoto, el carro fue conducido justo sobre una de estas flores de loto, y llevado a una parada dentro de un espacio desprotegido sobre la carretera.
Las reglas tienen una razón
?Las personas se han olvidado de quiénes somos?, afirmó Chanira. "Se han olvidado de nuestra cultura e identidad, y de nuestra historia, y de las reglas que hicimos para nosotros mismos. Estas normas tienen una razón de ser, pero no se acuerdan de eso. Han creído que este jatra es sólo para que los jóvenes se diviertan mientras jalan el carro.
"Pero no es cuestión de diversión. Es algo serio. Se hace con cuidado, precisamente como se supone que se debe hacer. Como se jale a Bungadya en su carro, es como las lluvias llegan, y si se hace bien todos tienen una buena cosecha, y qué comer ?tienen para vivir?. La falta de cuidado y de respeto nos causará un gran sufrimiento?.
Es un sentimiento que resienten muchos nepaleses devotos. De acuerdo con una medium espiritual con quien Ellen habló, que es una asistente de uno de los templos sagrados ?y cuyos devotos creen que canaliza el espíritu de lo divino de manera similar a los Kumaris? el detonante del terremoto fue la falta de respeto de la gente hacia Bungadya.
?La tierra comienza a agitarse y temblar porque ya no puede soportar el peso del pecado y el sufrimiento de las personas?, aseguró a Ellen.
?La gente se ha vuelto egoísta y codiciosa. Sólo piensa en comer y ponerse cada vez más gorda, en lugar de trabajar para aliviar el sufrimiento de los demás. Las personas construyen grandes casas, compran autos grandes, acumulan mucha basura.
?La gente ha estado ignorando el planeta; la perfora y atraviesa principalmente por agua?, dijo. ?La extracción y la contaminación han enfurecido a los dioses y nos han hecho muy vulnerables. Sólo hay una Tierra. Este terremoto no es sólo para Nepal?.
Si seguimos así, siguió diciendo a Ellen ?sequías, inundaciones, tormentas y terremotos vendrán sobre todos?.
En esta tierra espiritual ubicada en las laderas del Himalaya, ahora más que nunca, hay una oportunidad para la introspección y para acercarse a los dioses.