El primer ministro de Reino Unido cambió su intención de cobijar a los afectados por la guerra.
Cuando David Cameron se refería años atrás a su política en Siria, solía describir la necesidad y la miseria de los afectados por la guerra que dura ya años. "Nunca olvidaremos las imágenes de los cadáveres de niños tendidos sobre el hielo y a las mujeres y niños agonizantes que mueren de las peores formas posibles", dijo Cameron en 2013, cuando se debatía si el Ejército británico debía intervenir contra el régimen del presidente sirio Bashar al Assad.
Dos años después, Cameron y su gobierno ya no parecen preocupados por el bienestar de los afectados por la guerra civil. Con vallas y duras palabras, el gobierno británico intenta todo lo posible para mantener lejos a los refugiados sirios y de otros países. Y junto con Hungría, está desempañando un papel especial en la política de gestión de refugiados de la Unión Europea.
Recientemente, Cameron utilizó la palabra "enjambre de refugiados" -aunque "swarm" también puede significar multitud-, lo que desató duras críticas. Su ministro de asuntos Exteriores, Philip Hammond, también habla sin que nadie le ponga freno de "refugiados merodeadores" que están amenazando los "estándares de vida" de la Unión Europea.
Los británicos que viven junto al Eurotúnel que transcurre bajo el canal de La Mancha y que une Reino Unido y Francia, no pueden confirmar la opinión de su gobierno. "Aunque vivimos directamente a la entrada del túnel, aquí el drama de los refugiados sólo se ve en la televisión", señala Anya Godlsack, de la iglesia metodista local en Folkestone.
Mientras en algunos países como Alemania los políticos se pronuncian contra la xenofobia e incluso acogen a inmigrantes en sus propias casas, Reino Unido cierra sus puertas a cal y canto.
En el lado francés del canal de la Mancha, en Calais, operan perros rastreadores y se han levantado vallas para impedir que los inmigrantes entren ilegalmente a la isla. El lema: "Debemos proteger nuestras fronteras". La prioridad es repatriar a sus países de origen a los "solicitantes de asilo que mienten", dijo Hammond.
La comunidad internacional sacude la cabeza en signo de desaprobación ante la posición del país, a quien le gusta parecer liberal y abierto. Mientras, organizaciones como Amnistía Internacional condenan duramente las declaraciones del ministro del Exterior.
"El señor Hammond no debería levantar puentes levadizos y filosofar sobre la forma en que Europa debería protegerse de los inmigrantes, sino cooperar con sus socios de la Unión Europea para garantizar que la gente no se ahogue en el Mediterráneo o muera aplastada bajo camiones en Calais".
También la ONU ha hecho un llamamiento a Reino Unido y a Francia a encontrar soluciones razonables ante la situación que se vive en Calais. "Las verjas no solucionan el problema", señaló el director para Europa del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Vincent Cochetel.
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El gobierno de David Cameron lleva años haciendo política con el tema de la migración. Recientemente con los emigrantes de otros países de la Unión Europea, a los que ahora considera un peligro.
Cameron quiere limitar a los inmigrantes en su país a 100,000 personas al año, y con ello quitar fuerza al partido xenófobo UKIP, liderado por el euroescéptico Nigel Farage.
Pero en la práctica fracasó en ese objetivo: el año pasado llegaron 300,000 inmigrantes a Reino Unido, la mayoría de países de la UE y de países de la Commonwealth.
La aceptación de refugiados alejaría aún más al gobierno conservador de sus objetivos autoimpuestos. Por eso, a la ahora de acoger solicitantes de asilo, Reino Unido se sitúa muy por detrás de otros países de la UE.
El año pasado se presentaron en la isla 25,000 solicitudes, menos de la mitad que por ejemplo en la vecina Francia. Y ni de lejos todas fueron aprobadas.