Los desfavorecidos de Recife luchan para protegerse de la enfermedad emergente.
El virus del Zika se disemina ?explosivamente? en Latinoamérica y el Caribe; y en el noreste de Brasil, Recife es un semillero. Las barriadas de la ciudad son especialmente vulnerables a la enfermedad transmitida por mosquitos, pues la falta de mosquiteros y aire acondicionado expone a los residentes más pobres a un mayor riesgo de contacto con la plaga portadora del virus.
Alrededor de 80 por ciento de las víctimas del Zika no manifiestan síntoma alguno, mas eso no consuela a las cerca de 400,000 mujeres gestantes de Brasil, ya que funcionarios de salud consideran que Zika podría ser la causa de malformaciones congénitas.
?Muchas mujeres embarazadas están asustadas?, dice el fotorreportero brasileño Felipe Dana, autor de estas imágenes.
Quienes han engendrado niños discapacitados suelen ?pasar grandes dificultades?, agrega Dana, pues a debido a la gran atención que requieren esos bebés, las mujeres muchas veces no pueden volver al trabajo, y eso causa graves problemas económicos.
En respuesta a la amenaza emergente del Zika, Marcelo Castro, ministro de salud de Brasil, ha emprendido un esfuerzo de erradicación de mosquitos, puerta a puerta, con alrededor de 220,000 miembros de las fuerzas armadas nacionales.
No obstante, Castro dice que el país ?está perdiendo la batalla? contra el mosquito Aedes aegypti, que también transmite dengue, chikungunya y fiebre amarilla. Por otra parte, investigadores informaron de un caso reciente de Zika que, al parecer, fue transmitido por vía sexual.
La situación en la abrumada Recife es tensa, y los funcionaros temen que la celebración del Carnaval pueda diseminar aún más la enfermedad.
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