Hurghada, en la costa del Mar Rojo, luce solitario desde que el mundo vio cómo fue derrocado Hosni Mubarak.
Entre la arena junto al mar de tarjeta postal y el ala del hotel se encuentra un espacio verde de cientos de metros de longitud y una piscina enorme. La hierba del campo de golf está correctamente cortada y los precios de hotel han bajado drásticamente. Algo le pasa al idílico Hurghada: no hay niños gritando, no hay juegos acuáticos ruidosos. Solo pocos turistas ocupan la amplia instalación, que parece estar abandonada. Hurghada es en este momento un paraíso turístico en estado vegetativo.
¿Que pasó? La época dorada para el turismo en Egipto eran los años 2009 y 2010. Sin embargo, las reservas se desplomaron cuando en 2011 millones de personas en todo el mundo pudieron ver por television cómo los egipcios derrocaron al presidente Hosni Mubarak. Desde entonces, el país del norte de África no ha recuperado la calma. El atentado con bomba contra un avión con turistas rusos el pasado octubre asestó un nuevo golpe al sector turístico egipcio.
"Sin duda alguna, las cifras son malas", dice Jochen Köhler, director regional del touroperador alemán ETI. Calcula que la ocupación de los siete hoteles que su empresa ofrece en Hurghada y los alrededores se sitúa actualmente en 25 por ciento. Y eso que Hurghada no es un lugar donde se perciba mucho peligro.
Para Köhler, el declive en el turismo egipcio es el mejor argumento de ventas: ¿en qué otro lugar tiene el turista en este momento una playa de ensueño más o menos para él solo? Asimismo, hace años que el estado de los arrecifes en Egipto no había sido tan bueno como ahora. "Hoy, en Egipto se puede bucear como hace 20 años", dice Köhler. Y en pocos otros países pasar las vacaciones ahora es tan económico como en Egipto. (Lee: Egipto quiere ser más seguro)
El lujoso hotel con su magnífica piscina y campo de golf solo cuesta 55 euros (62 dólares) la noche para dos personas en una habitación doble con desayuno y cena. Probablemente, nunca antes una estancia a orillas del mar Rojo haya sido tan barata para los turistas.
Sin embargo, los precios de dumping, con los que se busca atraer nuevamente a los turistas a las playas egipcias, prácticamente están sofocando a la industria turística del país árabe. En Hurghada, mucha gente ha perdido su empleo. "Antes, yo comía todos los días carne de vacuno o pollo pero hoy solo una vez a la semana", dice un taxista que desde hace meses apenas tiene clientes. Actualmente, está ganando al mes menos de la mitad que antes de la crisis.
La alemana Sabrina Stötzel dirige una escuela de administración hotelera cerca de Hurghada donde se forman jóvenes egipcios para trabajar en los establecimientos hoteleros de alta categoría en la región. Cuenta que están rebajando cada vez más los precios. También lo están haciendo los touroperadores porque de lo contrario Egipto dejaría de ser un destino turístico competitivo.
"Al final, son los trabajadores los que están sufriendo", dice Stötzel. Algunos hoteles ya se han visto obligados a cerrar completamente, asegura. Los rusos, para quienes Egipto era un destino turístico favorito, ya no vienen y esto repercute en el conjunto de la infraestructura: los restaurantes y los bares están vacíos y los taxistas se disputan entre ellos los pocos pasajeros que quedan.
Ursula Restle no tiene intención de abandonar su lujoso complejo hotelero. La profesora alemana, de 61 años, está sentada en una tumbona de madera con una funda de color beige. Solo pocos metros la separan del mar caliente. Aquí tiene todo lo que necesita, dice. ¿No le da miedo el terrorismo? Restle mueve la cabeza: "Si el Estado Islámico logra que nosotros renunciemos a todo, ellos habrán ganado".
Información básica:
Destino: Hurghada es el mayor balneario egipcio a orillas del mar Rojo y tiene fama por sus magníficos lugares para bucear. Además, solo se necesita una excursion de una jornada para visitar las pirámides de Luxor, mundialmente famosas.
Cuándo viajar: en Hurghada, el tiempo siempre es veraniego. Sin embargo, entre mayo y septiembre las temperaturas pueden ser extremadamente altas y superar los 40 grados.