¿Qué hace falta para enverdecer el planeta rojo? Para empezar, mucho calentamiento global.
¿Sería posible «terraformar» Marte, es decir, transformar su superficie congelada y atmósfera delgada en algo más amigable, parecido a la Tierra? ¿Deberíamos hacerlo? La primera pregunta tiene una respuesta clara: sí, tal vez podríamos. Las naves espaciales, incluyendo las que exploran Marte ahora, han encontrado evidencia de que en su juventud era un planeta cálido, con ríos que desembocaban en mares extensos.
Y aquí en la Tierra hemos aprendido cómo calentar un planeta: sólo hay que añadir gases de efecto invernadero en su atmósfera. Gran cantidad del bióxido de carbono que calentó Marte alguna vez probablemente siga ahí, en el suelo congelado y en los casquetes polares, junto con el agua. Todo lo que el planeta necesita para volver a ser verde es un jardinero con un gran presupuesto.
Chris McKay, científico planetario de la NASA, dice que casi toda la terraformación la haría la vida misma. «No construyes Marte -explica-, sólo lo calientas y arrojas algunas semillas». Se podrían sintetizar perfluorocarbonos -potentes gases de efecto invernadero- a partir de elementos presentes en el suelo y aire marcianos, para luego lanzarlos a la atmósfera; al calentar el planeta, liberarían el CO2 congelado, que amplificaría el calentamiento y aumentaría la presión atmosférica al punto donde el agua pudiera fluir.
Mientras tanto, los colonizadores humanos podrían sembrar una sucesión de ecosistemas en el planeta rojo, dice James Graham, botánico de la Universidad de Wisconsin. Primero con bacterias y líquenes, que sobreviven en la Antártida, luego musgo y después de alrededor de un milenio, secuoyas.
Sin embargo, extraer oxígeno respirable de esos bosques podría tomar muchos milenios. Los entusiastas como Robert Zubrin, presidente de Mars Society, aún sueñan con ciudades marcianas; como ingeniero, Zubrin cree que la civilización no puede prosperar sin una expansión ilimitada. A McKay sólo le parece plausible colocar estaciones de investigación científica. «Viviremos en Marte como vivimos en la Antártida -dice-. No hay escuelas primarias en la Antártida».
Pero piensa que lo que aprendamos con la terraformación de Marte -posibilidad horrorosa para algunos- nos ayudaría a administrar mejor nuestra limitada Tierra. Hay tiempo para debatir el asunto; Marte no está en peligro inmediato. Recientemente, una comisión designada por la Casa Blanca recomendó ir primero a la Luna o algún asteroide y señaló que la agencia espacial no tiene presupuesto para ir a cualquier lugar. Ni siquiera se estimó el costo de revivir un planeta muerto.