La tripulación del barco Fram realiza viajes hacia Groenlandia. Los turistas pueden ver liebres de las nieves, zorros y osos polares.
Tan sólo el nombre sonaba como una promesa: "Fram" ("adelante" en noruego) se llamaba el legendario barco del explorador noruego Fridtjof Nansen quien quedó atrapado en los hielos del Polo Norte entre 1893 y 1896.
Nunca antes un barco de madera había resistido con tanto éxito la enorme presión de la banquisa. No parecía haber mejor presagio para el inminente viaje al hielo eterno.
En realidad, fue todo menos que un crucero normal. El viaje que realizó el "Fram" durante 14 días fue más bien una expedición. Por esto, a bordo de este barco de la línea de correos Hurtigruten no hay guías turísticos, sino un equipo de investigación.
"Durante nuestro viaje visitaremos lugares donde muy poca gente ha dejado sus huellas", dice la jefa de la expedición, Anja Erdmann, a los 223 turistas que se encuentran a bordo de la nave.
La expedición comienza en el extremo norte de Europa, en Spitzbergen, descubierto por el holandés Willem Barents en el año 1596. Sólo se atrevieron a llegar a este inhóspito archipiélago cazadores de focas y ballenas y, más tarde, cazadores de zorros y osos polares.
Después del descubrimiento de yacimientos de carbón, se creó en 1906 un primer asentamiento en Longyearbyen.
Por la noche, el "Fram" pone rumbo a Groenlandia. Hace viento y durante la travesía, de más de 1000 kilómetros, aparecen los primeros témpanos de hielo chocando con golpes secos el casco de acero del barco.
El capitán, Arild Hårvik, tranquiliza a los pasajeros que lo visitan en el puente: "Este es hielo de categoría 1b, es decir, hielo nuevo, no peligroso de este año. El hielo viejo es más fuerte y, por principio, siempre esquivamos los icebergs".
Ahora, Hårvik y su tripulación están día y noche en el puente. "Los turnos son muy largos y nuestro consumo de café alcanza niveles récord", relata el capitán.
Durante la travesía, ni siquiera las largas noches dan lugar al aburrimiento. Esto se debe a los 11 miembros del equipo de expedición, integrado por experimentados científicos y expertos en Groenlandia.
Con conferencias, la proyección de diapositivas y videos sobre diferentes aspectos de la investigación de la flora y fauna, de la vida de los inuit y tramperos en el Ártico, ellos preparan a los turistas para los inminentes desembarques y observaciones desde el barco.
Rápidamente se instala a bordo de la nave un ambiente casi familiar, favorecido por el pequeño número de pasajeros, el intercambio de lugares durante las ricas comidas y la hora del té en el salón situado en la "cubierta panorámica número 7".
En la tarde del día siguiente, el "Fram" llega a la costa de Groenlandia, situada a 76º 46′ de latitud norte.
Son muy pocos los barcos de pasajeros que se atreven a avanzar tanto hacia el norte. Aquí también desembarcó en 1906 Alfred Wegener en su primer viaje a Groenlandia como miembro de una expedición danesa al bordo del barco "Danmark".
En este lugar, bautizado Danmarkshavn, este científico berlinés construyó entre 1906 y 1908 la primera estación meteorológica en la isla más grande del mundo. Y desde este lugar inició en 1913, en su segundo viaje de expedición, la legendaria travesía por el hielo continental que le llevó después de 1,200 kilómetros a la costa oeste de Groenlandia.
En lanchas neumáticas motorizadas los pasajeros llegan a tierra, donde ya les está esperando el pequeño equipo de meteorólogos.
"Ustedes son el tercer barco en llegar aquí este año", dicen los científicos saludando a los visitantes, que se alegran de ser recibidos con frutas y verduras frescas.
La vida de los meteorólogos en esta isla no es tan aburrida como podría parecer a primera vista: "La semana pasada nos visitaron dos osos polares a los que sólo logramos espantar después de tres días con el tractor", dice la investigadora Christina Nielsen.
Al continuar su viaje con dirección sur, el "Fram" entra en zonas dominadas en el pasado por tramperos.
El barco atraviesa estrechos fiordos y pasa junto a enormes icebergs y glaciares. El breve verano ártico va terminando poco a poco.
En medio de la vegetación baja, de color amarillo, rojo y marrón, se pueden ver liebres de las nieves, zorros polares y osos polares.
Subiendo a las colinas en la costa, se abre una magnífica vista panorámica de un paisaje natural lleno de contrastes. Sin embargo, en dos ocasiones el desembarco tuvo que ser cancelado por el fuerte oleaje y el hielo cada vez más compacto.
En Ittoqqortoormiit, el primer pueblo, de 472 almas, situado al sur del parque nacional, termina la visita a Groenlandia.
Antes de poner rumbo a Islandia, el "Fram" sigue por última vez las huellas de Alfred Wegener, quien estableció en Sund su estación oriental antes de morir en 1930 a unos 600 kilómetros al oeste en el glaciar continental.
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