La situación de las poblaciones de koalas en Australia luce lamentables claroscuros.
Pocos animales resultan tan entrañables como los koalas, que Australia se apresura a mostrar en tantas campañas publicitarias como puede. Hacerse una foto con uno de estos marsupiales en el brazo es el objetivo de muchos de los turistas que acuden al país y, cuando tras un incendio la organización protectora de animales IFAW pidió guantes para las pezuñas dañadas de muchos koalas, se vieron superados por la avalancha recibida.
Sin embargo, no todos hablan tan bien de este herbívoro: "En algunas islas, los koalas se han convertido en una plaga", señala el biólogo John Woinarski, de la Universidad Charles Darwin en Darwin. Desde 2001, el koala se sitúa en la lista oficial de animales dañinos regionales, en compañía de termitas, voraces estrellas de mar como las coronas de espinas o aves carnívoras como las cucaburras.
En Cape Otway, en el sur de Austrialia, fueron sacrificados casi 700 koalas en los últimos dos años porque dificultaban que otros animales pudieran alimentarse. "Estaban muy enfermos, casi muertos de hambre", explica la profesora de medio ambiente y experta en koalas Desley Whisson.
Los koalas (Phascolarctos cinereus) se asentaron en la región en los años 80. Gracias a la ausencia de incendios y depredadores, su población se expandió de forma explosiva hasta llegar a los 8,000. Y llegó un momento en el que estos herbívoros ya no encontraban suficientes hojas de eucalipto viminalis, su alimento favorito. "Espero que las autoridades trabajen en la protección de su hábitat, la repoblación forestal y la limitación de la reproducción", señaló Whisson.
Hace 100 años, los koalas del sur de Australia estaban en riesgo de extinción. Los cazadores querían su piel y los colonos se apoderaron de su hábitat con una vertiginosa construcción urbanística. Fue necesaria una medida de rescate de las autoridades para que 18 ejemplares se instalaran en una isla frente a Adelaida, cuenta la directora del programa local de koalas, Robyn Mosher. Aquello era un paraíso: no había depredadores como dingos o zorros y abundaban la lluvia y sus queridos eucaliptos.
La población de koalas tuvo un incremento exponencial: en 2001 había 27,000 ejemplares. Dejaban los árboles tan pelados que algunos se caían, y la desaparición de los bosques de eucaliptos comenzó a generar problemas de erosión, explica Mosher. Además, en los árboles también vivían otras aves como los pardalotes y los melifágidos.
Ante esta situación, ya en 1996 se inició un programa de gestión de koalas. "Hemos esterilizado a 11,000. Y ha funcionado: hoy en día se calcula que hay unos 13,000", apunta la experta. A los animales esto no les resulta dañino. "Siguen segregando las mimas hormonas y emparejándose", pero la vegetación ha aumentado considerablemente. No obstante, aún está por demostrar si el número de árboles sirve para abastecer a la población actual de koalas.
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En realidad, el primer asentamiento de koalas fue un error, sostiene Mosher. "Siempre está mal colocar animales en lugares donde no son autóctonos", añade. Aunque hoy en día, nadie quiere eliminar por completo los koalas de la isla.
Muy distinta, en cambio, es la situación en la costa este de Australia. Allí, el número de koalas está descendiendo de forma dramática, especialmente en Queensland y Nueva Gales del Sur, estados donde se encuentran las metrópolis de Sydney y Brisbane. Entre 1990 y 2010 la población de koalas disminuyó un 42 por ciento hasta los 188,000 animales, calcula el Ministerio de Medio Ambiente. ¿Las causas? La expansión de las ciudades, los atropellos de coches y los ataques de perros.
El área de Redland, a 25 kilómetros de Brisbane, afirma ser la que más koalas tiene cerca de zonas urbanas. "Aún hay 1,300, pero las cifras descienden", dice la alcaldesa Karen Williams. La ciudad ha plantado 38,000 árboles para formar un kilométrico corredor vegetal en el que los koalas puedan moverse sin tener que cruzar las calles. Además, las autoridades asesoran a los vecinos que quieren que sus jardines estén adaptados a los koalas.
"Los koalas son tan comodones y lentos, que perros, serpientes y lagartos suponen un enorme peligro para ellos", señala Williams. "En la medida de lo posible, los perros no deberían poder moverse libremente por las noches en los jardines", añade. Además, es importante proporcionar vías de escape. "Por ejemplo, habría que tener árboles y colocar una tabla en las vallas altas para que pudieran trepar a lo alto".
Con todo, muchos expertos lamentan que animales tan entrañables como los koalas o los pandas reciban mucha más atención que otras especies amenazadas. Así, el comediante y biólogo británico Simon Watt está de gira por el país con su espectáculo "Sociedad para la protección de animales feos". "Nos dedicamos a los hijos de la madre naturaleza no especialmente mimados por la estética", explica. Entre ellos, el que con mucha distancia se considera el animal más feo del mundo: la rata topo desnuda.