Extinto hace unos 100,000 años, Gigantopithecus revela mucho sobre la importancia de no exagerar.
En la evolución, más grande no siempre es mejor.
Gigantopithecus era bastante grande. Sus fósiles indican que medía 3 metros de altura y pesaba hasta 500 kilogramos.
Sin duda puedes imaginar las ventajas de ser un animal gigantesco: serías menos vulnerable a los depredadores, y podrías abarcar mucho más territorio para buscar comida. Por eso Gigantopithecus prosperó durante seis a nueve millones de años en los bosques tropicales de lo que hoy es el sur de China.
Pero hace unos 100,000 años, al inicio de la última glaciación del Pleistoceno, se extinguió; porque al cambiar el clima, su tamaño se convirtió en un desventaja fatal. Eso sugiere un nuevo estudio.
?Debido a su tamaño, cabe suponer que Gigantopithecus requería de grandes cantidades de comida?, explicó Hervé Bocherens, investigador de la Universidad de Tubinga, Alemania, en una declaración de prensa. ?En el Pleistoceno, cuando cada vez más áreas boscosas se convirtieron en sabanas, el suministro de alimento del simio gigante, simplemente, se volvió insuficiente?.
El frugívoro Gigantopithecus no pudo adaptarse a las hierbas, raíces y hojas que fueron las fuentes de comida dominantes en el nuevo ambiente. De haber sido menos gigantesco, habría resistido de alguna manera.
?Los parientes del simio gigante, como el orangután, han podido sobrevivir pese a su especialización en cierto hábitat?, dijo Bocherens, porque tienen ?un metabolismo lento y son capaces de sobrevivir con poca comida?.
Una regla? con una excepción gigante
El surgimiento y la caída de Gigantopithecus demuestran que los beneficios del tamaño pueden disminuir con el paso del tiempo. ?Un gran tamaño ofrece ventajas a corto plazo, pero también conlleva riesgos a largo plazo?, dice Aaron Clauset, científico computacional de la Universidad de Boulder, quien ha estudiado el tamaño corporal de miles de especies que abarcan dos millones de años del registro fósil.
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No es solo que un cuerpo más grande requiere de más alimento, agrega Clauset, sino que ?al volverte más grande, tiendes a producir menos hijos. Eso significa que tu población tiende a ser más pequeña, y más sensible a las fluctuaciones?.
En consecuencia, los cambios de clima o ambientales que amenacen las fuentes de alimento pueden reducir las cifras de una especie corpulenta al punto de la ?muerte demográfica?.
De hecho, Clauset determinó que la tasa de extinción aumenta conforme la especie aumenta en tamaño. Es por eso que colosos como Gigantopithecus y el perezoso gigante ya no rondan la Tierra. Toda especie animal tiene un límite máximo efectivo para el tamaño corporal que puede alcanzar; digamos, cuánto puede acercarse al borde del precipicio antes de precipitarse al vacío.
Al menos, tal es el caso de los mamíferos. Porque la historia de los dinosaurios es distinta, apunta Clauset. Fueron enormes y exitosos durante decenas de millones de años, hasta que un asteroide desató el Armagedón. ¿Por qué Gigantopithecus no pudo serlo también? ?Quizás porque los mamíferos tienen necesidades metabólicas más altas. Son animales de sangre caliente, así que convierten más de la energía que consumen en calor?, concluye Clauset.
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