Tejedores republicanos agresivos expulsan a las aves perezosas para construir nidos espectaculares en África, los cuales pueden pesar hasta 1,000 kilogramos
No puedes construir los nidos más grandes del mundo trabajando con un montón de holgazanes.
Al menos, esa es la conclusión de un nuevo estudio sobre la manera como los tejedores republicanos (Philetairus socius) forman y mantienen nidos que pueden albergar hasta 500 pájaros.
Los agresivos supervivientes identifican y castigan a los perezosos mientras construyen gigantescas estructuras de hierba tejida en el sur de África. Las aves que eluden sus obligaciones en la creación del techo principal de paja y en vez de ello, trabajan en cámaras individuales, son ahuyentadas del nido, informa un estudio publicado en la revista PLOS ONE.
Cuando las aves holgazanas regresan, se muestran mucho más cooperativas, observaron los investigadores durante el trabajo de campo realizado con apoyo de la Sociedad National Geographic, en el Sitio de Investigación Brink de Namibia, en 2014.
Gavin Leighton, coautor del estudio, cree que los pájaros agresivos de la colonia de tejedores contribuyeron al bien común.
?La agresión que induce a la construcción del nido, dado que es una conducta tan constante, bien podría dar origen a esos grandes nidos?, dice Leighton, miembro postdoctoral del Laboratorio de Ornitología de Cornell, en Nueva York.
Gorrones en potencia
Con un peso de una tonelada o más y hasta 6 metros de ancho, los nidos son hogar de varias familias extendidas que disponen de cámaras propias donde posarse y reproducirse.
Si las familias no están emparentadas estrechamente, existe la posibilidad de que algunos individuos exploten los beneficios del nido comunal dejando la construcción grupal a otros.
?Es allí donde creemos que la coerción podría ser importante para proteger la inversión y asegurar que los demás también cooperen?, apunta Leighton, quien es coautor del estudio con la bióloga Laura Vander Meiden, de la Universidad de Miami.
René van Dijk, investigador de tejedores republicanos en la Universidad de Sheffield, Reino Unido, no está tan seguro.
La idea es ?muy interesante ?dice, pero- me parece improbable que esto esté impulsando la construcción comunal del nido?.
Según sus observaciones, ?las interacciones agresivas parecen ser relativamente raras?, mientras que ?la construcción del techo solo la realiza alrededor de 50 por ciento de las aves, en su mayoría machos. Por consiguiente, hay muchos aprovechados que necesitarían un castigo por no contribuir a la construcción del techo?.
Van Dijk también cuestiona que las aves dominantes puedan ?monitorear la conducta de, por ejemplo, las 300 aves de una colonia típica?.
No obstante, Leighton dice que ha visto constructores de nidos que interrumpen el trabajo con frecuencia en alguna rama cercana. ?Es posible que estén vigilando a los otros individuos de la colonia?, informa.
Si los hallazgos del estudio son correctos, los nidos de los tejedores republicanos podrían ser mucho más grandes de lo necesario, agrega Matthieu Paquet, de la Universidad de Edimburgo, Reino Unido.
?Si la coacción desempeña un papel, podemos suponer que las aves construyen más de lo que realmente hace falta, para evitar la agresión?, sugiere.
Una primicia para las aves
Leighton dice que su estudio identifica el primer caso conocido de una especie de ave que utiliza la agresión para fomentar la cooperación por el bien del grupo.
Semejante conducta es rara en los animales sociales, agrega, y son pocos los ejemplos conocidos, incluida la rata topo desnuda, una especie que igualmente castiga a los miembros del grupo que necesitan avisparse.
Y por supuesto, también los humanos. Leighton compara el nido del tejedor republicano con un complejo de apartamentos.
?Los individuos que más contribuyen al mantenimiento de la zona común del complejo son los más agresivos, y los individuos que trabajan más en sus espacios propios son quienes reciben más agresión?, señala.
Pero cuando los tejedores republicanos son expulsados del edificio, al menos saben que hay manera de regresar.