Celebrado el 22 de abril, el Día de la Tierra de este año celebrará a los árboles.
Observado el 22 de abril, el Día de la Tierra de este año celebrará a los árboles, y se ha fijado la ambiciosa meta de sembrar 7.8 mil millones de ellos para 2020: uno por cada persona del planeta.
En homenaje a los 3.04 billones de árboles del mundo, presentamos una galería de ejemplos excepcionales. Algunos han presenciado acontecimientos notables. Otros han servido de inspiración. Unos más han sido venerados por su valor espiritual. Pero todos y cada uno tienen una historia especial que contar.
Aunque todos los árboles poseen un valor cuantificable ?por ejemplo, científicos de la Universidad de California, Davis y el Servicio Forestal de Estados Unidos calcularon que los 600,000 árboles de las calles de la Ciudad de Nueva York proporcionan un beneficio anual de 122 millones de dólares en remoción de contaminantes, secuestro de carbono, y reducción del consumo de energía en edificios-, estos árboles en particular son, en cierto sentido, invaluables.
Árboles de la amistad, Cerezos Yoshino, National Mall and Memorial Parks, Cuenca Tidal, Washington, D.C.
Eliza Ruhamah Scidmore, escritora, fotógrafa, y editora de los primeros tiempos de National Geographic, visitó Japón por primera vez en 1885 y quedó fascinada con los cerezos en flor que bordeaban el río Sumida de Tokio. Al volver a casa, pidió a varios funcionarios de Washington, D.C. que sembraran árboles, como los que vio en Japón, en las áreas desiertas que rodeaban el Capitolio. La primera dama, Helen Taft, aportó la influencia necesaria para despegar la idea; o mejor dicho, la plantó, firmemente. El 27 de marzo de 1912, sembraron los primeros 3,000 cerezos ?obsequio del gobierno japonés- alrededor de la Cuenca Tidal. Esos árboles florecen en primavera y son el atractivo principal del Festival Nacional de la Flor de Cerezo, que se celebra anualmente. ?Los japoneses nos han dado a su favorita ?escribió Scidmore-. Su flor de montaña, el alma de Japón?. La autora murió en 1928, y sus cenizas fueron sepultadas en Yokohama. Su tumba yace bajo un cerezo descendiente de uno de los árboles obsequiados a Washington por los japoneses. Sus flores caen suavemente en primavera, cubriendo el suelo como una alfombra rosada.
Luna, Secoya, Parque Nacional Redwood, Stafford, California
La biografía de la milenaria secoya costera conocida como Luna, en el condado de Humboldt, en el norte de California, incluye un capítulo donde la vida del árbol se une con la de la activista Julia Butterfly Hill. En 1997, Hill trepó al árbol, amenazado por las operaciones de la maderera Pacific Lumber Company, y permaneció allí durante más de dos años. La mujer vivió en una tienda de campaña instalada en una pequeña plataforma a 55 metros de altura, soportando el viento, las lluvias, y las nevadas de El Niño, amén del acoso por parte de la empresa, ofreciendo entrevistas con un teléfono operado con energía solar. Por fin, la compañía aceptó un usufructo de conservación. En el año 2000, el árbol fue víctima de vandalismo y sufrió un corte de motosierra que le dejó una herida de 90 centímetros de profundidad, la cual abarcó la mitad de su circunferencia. Instalaron soportes y cables de acero para estabilizar al árbol, que sigue vivo.
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Tanzlinde, Tilo, Peesten, Alemania
El tilo es el árbol de los amantes en Alemania; en Escandinavia, es el escondite predilecto de los elfos; y después de mojar su madalena en un té preparado con flores de tilo, Charles Swann, el protagonista de Marcel Proust, cayó en una profunda remembranza del pasado. En muchas regiones de Europa se creía que solo podías decir la verdad bajo las ramas del tilo, así que muchas audiencias judiciales se llevaban a cabo bajo su patrocinio. El Tanzlinde ??tilo de la danza?- de Peesten, Alemania, es un eje de la vida social, donde se celebran festivales y bailes. El árbol original se plantó a fines del siglo XVI, pero fue reemplazado debido a una enfermedad, en 1951; y la plataforma de baile, sostenida por el árbol, fue reconstruida en 2001.
Pando, Álamo temblón, Bosque Nacional Fish Lake, Utah
Aunque se antoja la fantasía de un escritor de ciencia ficción, la colonia clonal Pando ?compuesto de 47,000 troncos, con una extensión de 43 hectáreas, y un peso de casi 6 millones de kilogramos- es, en realidad, un solo organismo: un álamo temblón. La colonia inició como una semilla, la cual se extendió (pando es un vocablo latino que significa ?yo esparzo?) proyectando brotes desde su creciente sistema de raíces. Y cada tronco es idéntico genéticamente. Este álamo, conocido como el Gigante tembloroso, crece en la Cuenca Fish Lake, al sur de las montañas Wasach de Utah. Se cree que podría ser el organismo más pesado del planeta, y quizás uno de los más antiguos.
Árbol del descubrimiento, Secoya, Parque Estatal Calaveras Big Trees
?Cuando cortas un árbol, y este revela al sol su herida de muerte desnuda, puedes leer toda su historia en el disco luminoso inscrito en el tronco? sus cicatrices, toda la lucha, todo el sufrimiento, toda la enfermedad?, escribió el autor alemán Herman Hesse. Un epitafio muy adecuado para la secoya conocida como árbol del descubrimiento, en el Parque Estatal Calaveras Big Trees, en el norte de California. En 1852, un cazador que perseguía a un oso herido, cerca de uno de los numerosos campamentos de mineros establecidos en el área durante la fiebre del oro, topó con el árbol de más de 85 metros de altura. El hallazgo precipitó una ?fiebre verde?, en que los especuladores invadieron el bosque para comercializar el descubrimiento. Arrancaron la corteza y la enviaron a San Francisco y Nueva York para exhibirla. Un año después, talaron la secoya, y el tocón fue utilizado como plataforma para bailes. El tronco caído se transformó en una bolera (lugar para jugar bolos). Como escribió el historiador, Simon Schama, el árbol, igual que otros, se convirtió en ?un trofeo, para ser despellejado, montado, y exhibido por vanagloria y dinero?. La indignación del público motivó la creación de legislaciones de conservación, como la Ley Yosemite Grant de 1864, que a la larga condujo a la fundación del Parque Nacional Yosemite.
Árboles testigos de la Guerra Civil de Walt Whitman, Catalpa, Parque Nacional Militar Fredericksburg y Spotsylvania, Fredericksburg Virginia
En diciembre de 1862, al ver el nombre de su hermano en la lista de heridos de Fredericksburg, Virginia, Walt Whitman salió corriendo de su casa en Brooklyn para revisar los hospitales cercanos al sitio de una de las batallas más sangrientas de la Guerra Civil estadounidense, y descubrió entonces la realidad espeluznante de la guerra. En Chatham Manor, hospital de campo improvisado, vio que brazos y piernas amputados salían volando por la ventana, cayendo en una pila creciente bajo dos catalpas. Su hermano no estaba allí, pues solo había recibido una herida en la cara, pero Whitman permaneció en el hospital el resto del mes, ayudando a curar las heridas de los soldados, leyendo para ellos, y escribiendo sus cartas. Más tarde, fue a Washington para ayudar a los soldados de la ciudad. Anotaba sus pensamientos en pedazos de papel manchados con sangre. Aquellas impresiones, publicadas en 1865 en un libro de versos, cobraron forma en su poema tierno, compasivo, y crudo, ?El curador de heridas?.
Bunut Bolong, Baniano, aldea Asahduren, Bali, Indonesia
El baniano es uno de los árboles más venerados de Asia. En la mitología hindú, es el árbol que cumple los deseos. El árbol Bodhi, bajo el cual se sentó el Buda durante siete días hasta alcanzar la iluminación, también era un tipo de baniano. Este ejemplo, llamado Bunut Bolong, crece en una colina empinada de Bali, Indonesia. Cuando se hizo necesario construir un camino, los ingenieros determinaron que la topografía impedía trabajar alrededor del árbol. Pero como jamás debe cortarse un árbol sagrado, construyeron el camino por el centro de sus raíces aéreas. El árbol sigue siendo un sitio de veneración muy activo.
Altar del Árbol Sagrado, Neem (nim), Dulcería Sardar, distrito Bhojubeer, Varanasi, Uttar Pradesh, India
Todo comenzó con un carretón que vendía dulces, estacionado en Varanasi bajo un neem, una especie sagrada en India. Deepak Tadaw y su familia veneraban al árbol todos los días; y todos los días, su negocio mejoraba de manera sustancial. Como los hindúes jamás cortan un neem, que es la encarnación de Shitala, la diosa de la buena fortuna, la familia construyó su dulcería alrededor del árbol.
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Encino de bodas, Encino, San Saba, Texas
En las afueras de la población de San Saba, Texas, se alza el Encino de bodas. La tradición romántica del árbol inició con los nativos americanos que celebraban reuniones, ceremonias, y bodas bajo su sombra. Sin embargo, la asociación de los árboles y el amor es mucho más antigua. La mitología griega nos habla de Orfeo, quien reclamó a su amada Eurídice del inframundo tocando una canción de amor en su lira, lo cual hizo que creciera un encinar en ese punto. La tradición alemana afirmaba que dos árboles plantados frente a la casa de unos recién casados aseguraba su felicidad; y según los victorianos, la acacia de tres espinas simbolizaba el amor más allá de la tumba.
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