Las autoridades por mucho tiempo quisieron erradicar este deporte.
Desde sus comienzos el futbol generó un enorme entusiasmo en los habitantes de las Islas Británicas. Sin embargo, las autoridades buscaban, aunque sin éxito, que la gente no lo jugara debido a las reacciones violentas que en algunas ocaciones el deporte generaba.
En el año 1314, el alcalde de Londres prohibió el futbol, dentro de la ciudad, con pena de cárcel a causa del ruido que ocasionaba. Durante la llamada "Guerra de los cien años" entre Inglaterra y Francia (1337-1453), el futbol no era aceptado en la corte por razones estratégicas. Los reyes Eduardo III, Ricardo II, Enrique IV y Enrique V castigaban a todos los que lo jugaban porque no praticaban ejercicios militares más útiles como el tiro con arco.
Todos los reyes escoceses del siglo XV también prohibieron el futbol. Uno de los decretos más famoso fue por el parlamento convocado por Jaime I en la ciudad de Perth en 1424: "That no man play at the Fute-ball". En español esto quiere decir: "Que ningún hombre juegue fútbol".
Sin embargo, la pasión por el futbol fue adquiriendo mucha fama aunque fuera considerado ilegal. En Inglaterra, el juego era rudo y poco elegante. En 1608, por ejemplo, en Manchester se prohibió por la cantidad de ventanas rotas a causa de su práctica. Este deporte estuvo prohibido durante 500 años.
No fue hasta el siglo XIX que la imagen del futbol comenzó a cambiar. Las escuelas comenzaron a verlo como un medio para fortalecer la lealtad y la colaboración mutua. En 1863 la Universidad de Cambridge trató de fijar reglas aceptables para todos y erradicar los métodos rudos. De ahí en adelante, el futbol adquirió mucha más fuerza. Hoy en día, este es uno de los deportes más jugados en las Islas Brtitánicas y el mundo.
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