Ya sea para ocultarte, descansar o simplemente lanzarte a la aventura, Valle de Bravo lo tiene todo y para todos. Vive una experiencia versátil.
No importa cuán tarde llegues. Deja tu equipaje en el hotel y comienza tu recorrido por el centro de la ciudad por sus calles angostas encontrarás galerías, museos, tiendas y restaurantes hechas de madera, adobe y ladrillo. Cena en el restaurante Los Veleros, su ambiente y menú, si es temporada de gusanos de maguey, pruébalos. Finaliza el día contemplando el lago desde la habitación de tu hotel (Rodavento, hotel boutique de 28 habitaciones con terraza y chimenea) y duerme como un niño.
Empieza el día relajado. Toma un masaje o un tratamiento de finas hierbas. Desayuna en la cafetería Churros del Valle. Después encamínate al mercado de artesanías. Aprovecha el sol de la tarde, alquila una lancha en el muelle. Toma una lección de esquí y siente la brisa vallesana. Luego, refréscate con una michelada en uno de los restaurantes flotantes (Los Pericos). Dirígete a la Plaza de la Independencia y visita la Parroquia de San Francisco de Asís, que aún conserva dos pilares del siglo XVII. A la hora de la comida, goza de la gastronomía regional en La Cueva del León. Si aún te queda energía, haz un recorrido a caballo, la Cascada Velo de Novia es ideal.
Al día siguiente, prepárate para la aventura: aviéntate en parapente. El vuelo en tándem es lo recomendable para principiantes; tiene una duración de 20 a 30 minutos, según la intensidad del viento (costo de dos mil pesos). Vive una emoción diferente, acude al Club de Vuelo y Vela de Valle de Bravo, es unos de los dos centros acreditados en el municipio (www.alas.com.mx). Finaliza tu fin de semana comiendo en Mozzarella, restaurante ubicado en el interior del Hotel Bazucada. No dejes de probar la ensalada de camarones y el pato a las finas hierbas. No te arrepentirás.