Además de ser la ciudad colonial mejor conservada del continente, el arte, la cultura y la gastronomía la hacen única
Hacia el norte de México se encuentra un lugar que puede parecer un catálogo de todos los tipos de piedra cantera existentes: roja, naranja, verde, veteada, con rayas.
Se trata de la ciudad colonial mejor conservada del continente americano. Su centro histórico es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y está repleto de edificios cubiertos con esa piedra típica de la región.
Cada inmueble de la capital es testigo del auge minero que comenzó en el siglo XVI y que tuviera su clímax en el XVII, aunque esta actividad continúa hasta nuestros días.
Hoy, México es el mayor productor de plata del mundo, en parte, gracias a la Mina del Fresnillo, localizada en el estado de Zacatecas. Fue fundada en 1548, su nombre proviene del náhuatl zacatl, zacate, y significa: ?lugar donde abunda el zacate?.
Al contemplar esta ciudad, sobre todo desde arriba, te invita a conocerla a fondo. Por eso, mi primera meta fue tomar el teleférico, un clásico entre los locales e icono de la región. Opera desde 1979 todos los días del año, salvo condiciones climáticas extremas, y los recursos recaudados son destinados a obras de beneficencia.
Se puede tomar desde las faldas del Cerro del Grillo, para llegar queda de paso la Mina del Edén, cuyos orígenes se remontan al siglo XVI que cerró debido a las inundaciones en los túneles y a la cercanía con la ciudad, desde hace 15 años está abierta para el turismo; la entrada cuesta 80 pesos.
Con un casco amarillo puesto y sentada en un tren, estaba lista para entrar. Luces verdes y rojas iluminan episodios recreados de mineros trabajando, las enormes grietas evidencian el arduo esfuerzo de los trabajadores, mientras tanto, un guía va narrando las historias y leyendas del lugar.
Aquí también se encuentra un museo de minerales y La Mina Club, un bar poco convencional para disfrutar de una copa a 184 metros bajo tierra. Al final llegas al Cerro del Grillo para tomar el teleférico.
El recorrido sencillo cuesta 23 pesos por persona. Lo más recomendable es tomar el viaje redondo. La fila es larga; la espera puede prolongarse poco más de 20 minutos, pero vale la pena.
Tras los ventanales enormes de acrílico transparente se observan los principales edificios, sobresale La Catedral, construida entre 1730 y 1760, es de estilo barroco, pero destacan elementos decorativos indígenas.
El guía va narrando un poco de su historia, mientras se recorre un trayecto de 650 metros hasta llegar al Cerro de la Bufa, sitio relevante durante la Revolución Mexicana ya que aquí sucedió ?la Toma de Zacatecas?, justo aquí hay un museo con ese nombre que conmemora el momento en que Francisco Villa y Los Dorados vencieron al ejército de Victoriano Huerta.
Afuera puedes comprar artesanías hechas de chaquira a muy buenos precios. Seguro tendrás hambre después del recorrido, ve a las Gorditas de Doña Julia, son las más típicas y hay varias sucursales en el centro (5 de Mayo, Sn).
Para cenar dirígete a El Pueblito (Av. Hidalgo 802), venden mezcal de la región y comida tradicional zacatecana, prueba el itacate del minero, lleva frijol y huevo.
Recorrido por los museos
El segundo día dedica tu tiempo a visitar los espacios museísticos, algunos están ubicados en sitios poco usuales. Antes, para tomar fuerza pasa a comprar un bocadillo en la Hojaldra Veracruzana (Fernando Villalpando, 514), son dulces por fuera pero salados por dentro; una advertencia, son extremadamente adictivas: no sé cuantas veces regresé por más.
Empieza por el Museo Rafael Coronel (Callejón de San Francisco s/n), tiene quizá una de las más grandes colecciones de máscaras. Se localiza en el ex Convento de San Francisco, cuya construcción inició en el siglo XVI.
Es famoso porque desde este lugar partieron las misiones que colonizaron y evangelizaron el norte de México. Abrió al público el 5 de julio de 1990 en honor al pintor zacatecano Rafael Coronel, de quien se exhiben obras realizadas especialmente para este museo.
Además, encontrarás dibujos, ollas, objetos prehispánicos, títeres, cuadros, artesanías, instrumentos musicales y muebles coloniales. Continúa con el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez (Colón, s/n) para conocer una cárcel antigua.
Es un edificio del siglo XIX que fue la sede del Seminario Conciliar de la Purísima de Zacatecas. En 1997, el artista Manuel Felguérez donó un importante acervo de su obra. Con la remodelación en 2001, se logró conjugar la arquitectura original con elementos modernos.
La colección permanente de pintura y escultura está conformada con la obra de más de 110 artistas mexicanos y extranjeros con trayectoria en el arte abstracto. Sobresale la colección de 11 obras de gran formato que fueron pintadas para representar a México en la Feria Mundial de Osaka, Japón, en 1969.
La entrada cuesta 20 pesos. Para terminar dirígete al Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde (Dr. Ignacio Hierro, 301). Era la antigua Casa de la moneda, fue construida a principios del siglo XIX con un estilo neoclásico, y fue el segundo centro acuñatorio más importante del país.
Terminé mi visita tomando un raspado de frutas naturales. Aunque por fuera se lea Corte y Confección La Corona, aquí se venden los más deliciosos raspados.
Logística
Dónde hospedarte:
Mesón de Jobito. Hotel albergado por una vecindad del siglo XIX, conserva su estructura original de estilo colonial de dos pisos Cuenta con 53 suites, cada una es diferente. Tiene dos restaurantes de comida mexicana, internacional y española y un bar con música en vivo. Habitaciones de 1673 a 1836 pesos con desayuno incluido (mesondejobito.com).
Santa Rita. Entre la Catedral y el Teatro Calderón se localiza este hotel de 39 habitaciones. Aunque el interior es moderno, la fachada mantiene su apariencia de casi 200 años. En sus paredes están plasmados murales de artistas zacatecanos y tiene una colección de obras de pintores nacionales e internacionales que decora cada espacio. Precios por noche desde 2379 pesos (hotelsantarita.com).