La Ciudad de México es muchas ciudades en una.
Del sur de la Ciudad de México, adonde suelo ir en Metrobús, encabeza mi lista de recomendaciones el Centro Cultural Universitario de la UNAM: exposiciones en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), concierto en la sala Nezahualcóyotl, y un paisaje que siempre me sorprende. En Coyoacán, el mercado sigue siendo de mis lugares favoritos para comer tostadas o pastel de jaiba.
Respecto al centro de la Ciudad de México, es el lugar al que desde niña me llevaban mi abuela y mi madre. Camino la calle de Guatemala, veo las salas del Centro Cultural de España, y subo a su terraza con vista a la catedral a beber una copa de vino. Si paso por la dulcería de Celaya, en la calle 5 de Mayo, entro por las piñoninas que hacen, igualitas, desde hace más de 100 años. El Centro es un surtidor de estímulos: me deja exhausta, pero siempre vuelvo al Palacio de Bellas Artes, como un imán que me atrae, poderoso.
Encuentra el resto de la historia en la edición de abril de la revista National Geographic Traveler.