¿A qué se debe la repentina sed del líquido negro en una cultura que ha favorecido el té desde hace unos 2,700 años?
El verano pasado, me sentía exhausta cuando terminé el primer día de clases en el Centro para Estudios Estadounidenses de la Universidad de Fudan; sin duda porque mi cerebro tuvo que funcionar en chino durante tres horas en la infame humedad de Shanghai. Pero como cualquier buena estadounidense, conocía la solución: café.
Con ayuda del navegador de mi teléfono, fui en busca del Starbucks más cercano (conocido localmente como Xingbake). Hace una década, habría sido todo un reto, pero por fortuna para mí, recientemente cadenas internacionales como Starbucks percibieron el potencial del mercado de café de China y ahora, el país cuenta con más de 1,500 tiendas Starbucks en 50 ciudades. Y otras marcas han seguido su ejemplo, desde la británica Costa Coffee hasta las surcoreanas Maan Coffee y Caffé Bene.
Cuando vi aparecer el conocido logotipo de la sirena, mi corazón dio un vuelco de alegría, mas esos establecimientos no están dirigidos, eminentemente, a expatriados como una servidora. Por el contrario, el mercado más importante en China es la clase media joven y en ascenso que vive en grandes urbes como Shanghai y Beijing. Y pese a que los chinos apenas beben cuatro tazas de café al año ?cantidad insignificante comparada con el promedio estadounidense de cuatro tazas diarias- el tamaño de la población del país garantiza una enorme base de consumidores.
El café no es novedad en China. Algunos historiadores afirman que hizo su primera aparición en la región a fines del siglo XIX, cuando misioneros franceses lo introdujeron en la provincia de Yunnan. A la vuelta de más de doscientos años, el primer Starbucks abrió sus puertas en Beijing en 1999 y desde entonces, el ascenso del café a la cima de la ?cadena alimentaria? de las bebidas ha sido muy acelerado. Hoy día, Starbucks tiene proyectos para duplicar sus puntos de venta en el país hacia 2019; Costa y McCafé de McDonald?s también están expandiéndose; y hasta KFC ha lanzado el sombrero al ruedo del café.
Pero no solo las grandes cadenas perciben el atractivo de mercado chino. De hecho, una pequeña industria regional independiente empieza a percolarse. Cafeterías locales suelen ofrecer variedades de calidad superior para atraer clientes. La cultura del café independiente ha adquirido una popularidad especial en zonas urbanas como el distrito Jing?an de Shanghai y en los callejones tradicionales de Beijing (denominados hutongs), donde el café ha estado presente desde hace algún tiempo. Con todo, las grandes cadenas imperan: Starbucks domina 60 por ciento del mercado, mientras que McCafé tiene una participación de 13 por ciento y Costa, de 11 por ciento.
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¿A qué se debe esta repentina sed del líquido negro en una cultura que ha favorecido el té desde hace unos 2,700 años? Parece que la tendencia es consecuencia de la rápida urbanización de China y la mayor frecuencia de los viajes al extranjero, que exponen a la población a esta bebida. Pero Starbucks no debe todo su éxito a la influencia occidental. La compañía ha prosperado, en parte, debido a su capacidad para adaptar su negocio a los gustos de la cultura local.
La mayoría de los chinos todavía no se acostumbra al sabor amargo del café. Las bebidas dulces y lechosas, como frapuccinos y lattes, son los favoritos locales. Además de los lattes y espressos típicos de los Starbucks de todo el mundo, la carta china incluye exclusivas como frapuccinos de té verde y bollitos de frijol rojo. Durante el Festival de Otoño y el Festival del Barco Dragón, las tiendas Starbucks incluso ofrecen ?pastelillos de luna? y zongzi, bocaditos tradicionales en esas celebraciones, respectivamente.
Para muchos clientes, el elevado precio de Starbucks incluye más que la dosis de cafeína. Un latte grande en China suele costar unos 30 RMB (renminbi; 4.83 dólares), equivalentes a dos o tres comidas económicas; más o menos lo que gastarían en los alimentos de todo un día. En comparación, la misma bebida grande en las tiendas estadounidenses cuesta 3.45 dólares. Esto deja la típica taza de café fuera del alcance de la mayoría de los chinos. Sin embargo, en este país, un precio elevado a menudo significa calidad, de manera que un alto costo permite que Starbucks cultive su imagen de marca suntuaria; y para quienes pueden pagarlo, el desembolso se traduce en que pueden ostentar el icónico vaso Starbucks.
También, a diferencia de Estados Unidos ?donde nos encanta el café para llevar-, las tiendas Starbucks de China son celebradas como una especie de ?tercer espacio?: un sitio donde pasar el tiempo fuera de casa o el lugar de trabajo. Los clientes entran en Starbucks con toda la intención de disfrutar el café y relajarse, o sentarse en los mullidos sillones del establecimiento para charlar con amigos. En otras palabras, un Starbucks de China es un destino, más que una escala en el camino.
Inconsciente de las complejidades culturales en que me había metido, consulté el pizarrón del menú buscando mi latte helado favorito. En vez de ello, el dibujo de un vaso verde llamó mi atención. Me acerqué al mostrador, donde inmediatamente me enviaron con el cajero angloparlante. ?Wo yao zhong bei hongdou mocha xing bing le?, dije, vacilante. ?En inglés?, respondió el joven, incapaz de entender mi pronunciación rudimentaria. ?Un frapuccino té verde frijol rojo grande, por favor?. Bueno, al menos estoy probando las especialidades locales, ¿verdad?
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