Cómo un chef de Los Ángeles tuvo una idea loca y ayudó a lanzar un movimiento gastronómico sobre ruedas.
Son las 10 de la noche de un sábado frío en Los Ángeles. Unas 30 personas, desafiando los nueve grados centígrados -suficiente para usar gorra y bufanda en esta ciudad-, están formadas en la acera frente a una furgoneta acondicionada y estacionada. Las ventanas se abren y el fenómenos gastronómico que ha convertido el food truck Kogi BBQ arranca con todo.
Kogi BBQ ha atraído clientes, y premios, desde 2008, cuando dos amigos tramaron un plan para fusionar comida coreana con tacos mexicanos y venderlos en un camión por las calles de Los Ángeles. Los food trucks (furgonetas adaptadas para vender alimentos) no son nuevos en el paisaje de la ciudad. Por décadas han ofrecido comida barata en las calles y las construcciones de todo el sur de California. Sin embargo, a menudo eran desdeñados por considerarlos ?nidos de cucarachas?, por lo que una furgoneta de tacos coreanos era una ?idea loca?, escribió Kogi BBQ, en sus memorias: L.A. Son.
La idea resultó ?genial e ingeniosa?, comenta Barbara Fairchild, ex editora de Bon Appétit y antigua residente de Los Ángeles. Lo genial entró por la cocina.
Choi, de 45 años, nació en Corea y cuando tenía dos años migró con su familia a os Ángeles. Tras recurrir a los sabores de su cocina nativa -fusionados con platillos mexicanos- y a su entrenamientos de primera como chef en The Culinary Institute of America, creó el asado de tira caramelizado, muy sazonado, y las salsas ahumadas y picantes que coronan dos tortillas crujientes de maíz. El resultado, los tacos que Choi lama ?Los Ángeles en un plato?, se volvió un clásico instantáneo. Mediante su cocina sencilla pero revolucionaria, Chi desató el poder de la comida para traspasar culturas y razas.
?Capté el sentimiento de que la comida es importante -escribió-, no solamente un combustible para hacer otras cosas?.
Sin embargo, lo que colocó a Kogi en el mapa fue su pronta adopción de las redes sociales para atrer clientes. En un principio, el pequeño equipo de Kogi no tuvo mucha suerte afuera de los clubes nocturnos, vendiéndoles a los borrachos que andaban de fiesta por Sunset Boulevard. Luego obtuvieron acceso al poder emergente de las redes sociales. Mediante Twitter -una aplicación para celular que permite a los usuarios compartir mensajes de 140 caracteres con sus amigos y seguidores-, Kogi informaba constantemente a sus clientes sobre sus cambios de ubicación. Surgió una oleada de urbanitas jóvenes y conectados a la red que seguían la ubicación de Kogi. En unos meses, ya había logrado atraer a cientos de clientes -y servía hasta 180 kilos de carne- en varias paradas diarias. Newsweek lo llamó ?el primer comedor viral de Estados Unidos?. Kogi BBQ ahora tiene 132,000 seguidores y su flota se ha expandido a cuatro camiones itinerantes y un puesto fijo en el aeropuerto internacional de Los Ángeles.
Curiosamente, la recesión económica de 2008 fue la incubadora ideal ara la oferta y demanda de los food trucks. Los chefs y empresarios proporcionaban talento y pasión para echar a andar un negocio con una fracción del costo que representa abrir un restaurante. En el lado de la demanda, los consumidores, con los bolsillos limitados por una economía que se venía abajo, estaban dispuesto a gastar hasta 10 dólares por platillos creativos y auténticos que eran una ganga comparados con los precios de los restaurantes de lujo. Las redes sociales conectaron los camiones con los clientes y se forjó así un movimiento completamente nuevo.
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