El año pasado se cumplieron 500 años de la muerte de Leonardo da Vinci. Este célebre personaje histórico murió a sus 67 años cuando vivía en Francia y trabajaba para el rey Francisco I.
Texto: Maite Basaguren
Su muerte en Amboise (Chateau Clos Luce) explica por qué la mayoría de sus pinturas terminaron en el Louvre. De 15 pinturas oficialmente atribuidas a Leonardo cinco están en el Louvre, lo que no deja de generar tensiones entre Italia, de donde es originario el artista y Francia que posee entre otras obras, La Mona Lisa, cuadro que atrae a 10 millones de visitantes al año.
«Le exhibición» pone en evidencia que Leonardo era más que nada curioso, que no se conformaba con teorías y explicaciones y que tenía que observar y experimentar por él mismo, que volvía una y otra vez sobre la idea inicial para cambiar, corregir y editar, que sus intereses eran infinitamente diversos e iban mucho más allá del arte, que podía apasionarse hasta la obsesión con un proyecto al inicio, para después perder interés y nunca más volver a él para terminarlo.
Con más de 160 obras entre cuadernos, dibujos, pinturas e imágenes fotográficas producidas por reflectografía infrarroja, la exhibición recibe al visitante con una estupenda escultura de Andrea del Verrocchio, destacado pintor y escultor florentino del s. XV y maestro de Leonardo.
Enmarcando esta magnífica escultura en una galería en semicírculo encontramos una docena de estudios en dibujo de mantos y túnicas con sus pliegues, sus dobleces, sus luces y sus sombras.
Las primeras siete son de Verrochio y las otras de Leonardo en sus días de aprendiz. Vincent Delieuvin, uno de los dos curadores de la exhibición, señala que en los primeros dibujos de Leonardo se ve su interés en modelar las figuras, es decir, usar luces y sombras para hacerlas parecer tridimensionales, con cuerpo, con volumen.
Explica en cada dibujo de la primera sala la evolución del artista y su práctica de buscar en la naturaleza los modelos de sus dibujos, ya fueran plantas, rocas, agua, o un chico que sirviera de asistente en el taller.
Fuentes contemporáneas a la época, como Giorgio Vasari, nos dan idea de cómo era Leonardo. El autor cuenta que era un joven hermoso, brillante en diferentes disciplinas, bailaba maravillosamente, cantaba, tocaba instrumentos y componía música, era un gran jinete, vestía de manera extravagante con vivos colores, medias rosas y capas de terciopelo púrpura.
Curioso de todos los temas, enfocado y absorto, disperso y distraído y que a sus 24 años fue acusado por sodomía. Leonardo era vegetariano y se oponía a matar animales. Por ser hijo ilegitimo de un notario para él estaba cerrada la posibilidad de heredar la lucrativa profesión de su padre, hecho que sería su más grande fortuna y la nuestra.
Gracias a este impedimento su padre, Ser Piero, aprovechó el talento artístico que veía en el chico y lo llevó al taller de Verrochio para quien trabajo como garzone (aprendiz) durante siete años.
De Florencia a Milán, Roma y Francia siempre bajo el patronazgo de mecenas poderosos como los Médici, los Sforza, el Papa y el rey de Francia. 40 años de carrera, aunque serían muy pocos proyectos que en realidad el artista llevaría a término.
A falta de obras importantes que no pudieron viajar por su fragilidad El Louvre exhibe fotografías infrarrojas a gran escala. El curador nos habla de una nueva tecnología llamada mapping, que no es invasiva e identifica la presencia de elementos químicos en el lienzo. Es decir, con las imágenes infrarrojas de antes conocemos el sub-dibujo, el primer dibujo que se hizo sobre la superficie donde después se aplicó la pintura (lienzo o madera).
Sin embargo, las imágenes del mapping permiten ahora a los expertos conocer esas correcciones hechas no en el dibujo sino durante el proceso pictórico. Tomando en cuenta que Leonardo trabajo en las mismas pinturas por años —como La Mona Lisa, la cual empezó entre 1503-1506 y siguió trabajando en ella hasta su muerte en 1519— y que frecuentemente modificaba su primer impulso creativo del sub-dibujo y corregía sobre la marcha durante la aplicación de la pintura, las imágenes de mapping que expone esta exhibición traen otras perspectivas y nueva información a la mesa. Es casi como ir adivinando los cambios en su mente durante el proceso creativo.
Más adelante la retrospectiva comienza a ser temática y nos encontramos con una galería consagrada a sus cuadernos. Estos son algunos ejemplos de sus estudios y trazos:
Después de estar sumergido por un buen rato en el mundo de Leonardo que El Louvre presenta a media luz, quien ha observado con detenimiento desarrolla una intimidad con el artista; en este diálogo se conoce el vivo interés de Leonardo en representar lo intangible, lo que los ojos a simple vista no logran ver. Estos son algunas ejemplos:
Antes de salir de este mundo para volver a la realidad de un agitado París nos despide un retrato póstumo, elaborado con tiza roja, que hizo del artista su ayudante, Francesco Melzi. Vemos el perfil de un viejo sorprendentemente bello, con abundante cabellera larga, barba, nariz recta, mirada clara, y facciones armoniosas. La imagen de un Zeus, con la belleza y la mente de un hombre del renacimiento.
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