Para los pueblos originarios del actual territorio de Estados Unidos, el águila calva es venerada y sagrada dentro de sus tradiciones y cosmovisión. Ésta representa verdad, fuerza, valor, sabiduría, poder y libertad, señala American Eagle Foundation. Adicionalmente, los nativos consideran que el águila de cabeza blanca, como también se le conoce, tiene una conexión especial con Dios, pues vive surcando alturas a las que pocos seres vivos llegan.
En 1782, el águila calva fue elegida como el ave nacional de Estados Unidos. El proceso que llevó a este designio vio involucrados a Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y John Adams, aparte de otros comités posteriores. Con esto, la intención del Congreso era encontrar el sello oficial de la nación que el 4 de julio de 1776 había acabado de firmar su Declaración de Independencia.
A pesar de los arduos trabajos para resolver la encomienda, el Congreso no logró convencerse de ninguna de las propuestas presentadas. Dadas las circunstancias, la reunión decidió dejar en manos de Charles Thomson, secretario de la entidad, la determinación final. Así, el encargado, valiéndose de los diseños que habían sido realizados con ese propósito, eligió los elementos más destacables.
Finalmente, Thomson optó por mantener al águila calva entre los componentes del que se convertiría en el Gran Sello de Estados Unidos. El diseño fue adaptado el 20 de junio de 1782. Como consecuencia, esa águila se convirtió en el ave nacional, ya que simboliza los valores y virtudes más importantes para el país norteamericano.
El águila calva (Haliaeetus leucocephalus) es un ave rapaz propia de América del Norte. De acuerdo con Britannica, el macho adulto mide 90 centímetros y la hembra 108. La envergadura del primero es de 2 metros; la de la segunda es de 2.5.
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La misma enciclopedia agrega que ambos sexos son marrones, con la cabeza y la cola blancas. Aunque se le llama, comúnmente, águila calva, en realidad el ave no padece esa condición. La apreciación del cambio de color en la cabeza, con respecto a la mayoría del plumaje, es lo que hace que reciba ese popular nombre. Por otra parte, las patas, el pico y los ojos son amarillos.
Desde el norte de México hasta Alaska, se extiende el reino del águila calva. Precisamente, en esa última entidad el ave tiene presencia a lo largo todo el año, al igual que en las Montañas Rocosas y el río Mississippi. El resto de Estados Unidos solo ve a este animal durante el invierno y las épocas de migración.
The National Wildlife Federation dice que al águila calva se le puede ver planeando en los lagos de Norteamérica. Esos cuerpos de agua son una importante fuente de alimento para este depredador que, en invierno, busca aquellos que no hayan sido congelados con el fin de continuar sus prácticas de supervivencia.
Los peces son las principales presas del águila calva. Sin embargo, en ausencia del alimento predilecto, el animal no pierde la oportunidad de completar su dieta con otras opciones. En este caso, va detrás de roedores, tortugas, serpientes, cangrejos y carroña. Incluso, llega a robar el pescado capturado por otras aves.
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El apareamiento puede ocurrir durante todo el año, aunque esto depende de si la pareja emigra, según indica American Eagle Foundation. No obstante, la frecuencia de este acto fortalece el vínculo entre macho y hembra y aumenta la fertilidad. En tal sentido, la puesta conlleva dos o tres huevos que tardan en eclosionar más de un mes. El típico plumaje del águila calva se aprecia hasta los cuatro o cinco años.
Conforme a lo expuesto por The National Wildlife Federation, el águila calva figuraba entre las especies en peligro de extinción. Pero, gracias a los esfuerzos para recuperarla, en 2007 ésta pudo salir de la clasificación. A pesar de ello, el animal ha visto reducir su esperanza de vida, dado que varios cuerpos de agua de donde obtiene su alimento han sido contaminados con sustancias químicas.
En Estados Unidos, fue promulgada una ley, desde 1940, cuyo fin es proteger al águila calva. Básicamente, esta norma prohíbe la captura, comercio y posesión del ave, salvo algunas excepciones. Las plumas solo pueden estar bajo propiedad de aquellas personas que comprueben su relación con los pueblos originarios.
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