No todas las aves tienen la capacidad de cazar de noche. Por el contrario, se trata de una adaptación evolutiva específica para ciertas especies, que parecen tener una sensibilidad especial para centrar sus actividades mayormente cuando la bóveda celeste se enciende con estrellas. Hace 65 millones de años, la Shuvuuia ya lo podía hacer sin demasiado problema.
Hoy en día, se tiene registro de unas 10 mil especies de aves diferentes. En un ánimo de búsqueda por el ancestro común entre las especies nocturnas, el profesor Jonah Choiniere de la Universidad de Witwatersrand dirigió un estudio relativo a los ojos y oídos internos de especies vivas y extintas. Entre ellas, figura la Shuvuuia.
Choiniere buscaba comparar las habilidades visuales y auditivas de aves prehistóricas y contemporáneas, para lo cual tomó una muestra de 100 especies diferentes. Entre ellas midió el órgano que procesa el sonido exterior, llamado lagena. Resultó ser que los animales que se activan durante las noches presentan una elongación particular en este órgano.
Sin embargo, esta característica no es exclusiva de los ejemplares contemporáneos. Por el contrario, el equipo de científicos descubrió que un grupo, conocido como alvarezsaurs, tenía una audición y una visión nocturna aumentadas poco comunes entre sus pares. Según los investigadores, este condicionamiento físico les permitió ser excelentes cazadores en completa oscuridad.
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El hallazgo de la lagena más pronunciada en la Shuvuuia arroja nueva luz sobre el comportamiento de las aves prehistóricas. A partir de ello, se realizaron reconstrucciones digitales del cráneo de estos animales para poder entender su operación con más claridad. El Dr. James Neenan, el primer autor conjunto del estudio, se encargó él mismo de hacer estas representaciones en 3D:
«Mientras reconstruía digitalmente el cráneo de Shuvuuia, no podía creer el tamaño de lagena […]. Llamé al profesor Choiniere para que echara un vistazo. Ambos pensamos que podría ser un error, así que procesé el otro oído, solo entonces nos dimos cuenta del gran descubrimiento que teníamos en nuestras manos».
Choiniere también mostró su asombro al respecto, ya que se pensaba que las orejas de los dinosaurios tenían una morfología completamente distinta. Así como llamó la atención de los científicos la forma y estructura de los oídos, la naturaleza de los ojos de la Shuvuuia les pareció destacable.
A pesar de no sobrepasar las dimensiones de un pollo, los restos de Shuvuuia sugieren que podía ver con claridad incluso con completa falta de luz. Se localizó en los desiertos de la actual Mongolia, por lo que esta habilidad le permitió sobrevivir a las condiciones climáticas adversas de su entorno.
Además de atenazar a sus presas con las garras, tenía una capacidad desarrollada para correr rápidamente. Una cazadora nocturna y excavadora excelente, la evidencia del equipo del profesor Choiniere sugiere que la Shuvuuia podría ser el ancestro común de las lechuzas contemporáneas.
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