Escondido debajo de las arenas más profundas del mar, una bestia de hasta tres metros de largo espera el momento preciso para atacar. Como el depredador sigiloso que es, no tiene empacho en cortar a sus víctimas por la mitad. Peces, otros gusanos y animales marinos pequeños están entre sus alimentos preferidos. Largo, con varias hileras de dientes y letal, el gusano bobbit se aferra a sus presas con fuerza, hasta que logra arrastrarlas por debajo de la tierra.
El gusano bobbit (Eunice aphroditois) se distingue de otras especies marinas por su capacidad de enterrarse bajo tierra. A diferencia de otros depredadores, su estrategia de ataque está basada en el camuflaje: se esconde debajo del sedimento en lugares estratégicos, que le permiten ver sin ser visto. Cuando encuentra a la presa ideal, le basta un movimiento rápido, limpio y certero para atraparla con las antenas que tiene en la cabeza.
En total, este gusano marino cuenta con 5 estructuras idénticas en la cabeza, que le sirven como receptores de luz y químicos. Al activarse, le indican en dónde está el animal que quiere atrapar. De esta manera, se aferra a ellos y los arrastra consigo debajo de la tierra, donde finalmente los corta por la mitad para poder comérselos.
Asimismo, la especie tiene mandíbulas retráctiles que, a manera de resorte, le funcionan para hacer incisiones más precisas en sus víctimas. Antes de partirla, le inyectan una ponzoña que las inmoviliza por completo. Aun las presas más grandes sucumben a esta sustancia, que le sirve al gusano para poder digerirlas mejor.
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Los gusanos bobbit irradian una iridiscencia opalescente. Tonos de rojo, verde, morado y amarillo se encienden en su piel si se expone a la luz. Aunque generalmente miden entre un metro y metro y medio, se tiene registro de ejemplares vivos que alcanzan los tres metros de longitud. Se sabe, además, que entre más se alimentan, más crecen.
La especie es omnívora. De manera general, se alimenta de peces pequeños y otros gusanos, pero complementa su dieta con algas. Son cazadores nocturnos que prefieren mantenerse sin actividad durante el día. Para picar, han adaptado las antenas en la cabeza para tener mejor tracción al momento de atacar a sus presas. De manera posterior, afianzan al animal con las mandíbulas, de manera que no puedan escapar.
A este tipo de animales se les conoce como «icnofósiles» o «pistas fósiles», ya que arrojan luz sobre las formas de vida primitivas en nuestro planeta. Parece ser que su estrategia de ataque se ha mantenido intacta con el paso de los milenios: una vez que tienen bien agarrada a su presa, la sentencia de muerte es segura. Hasta las entrañas del mar, los bobbit se encargan de que la cena no se libere de sus fauces.
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