Entre las praderas de Asia, Medio Oriente y Europa, al menos 26 tipos diferentes de hámster salvaje hacen una vida. Correteando y cavando túneles para descansar, estos roedores minúsculos se integran al ecosistema como especies agresivas. A pesar de la fama enternecedora que sus primos domésticos gozan, aquellos que caminan en libertad son todo menos animales tranquilos.
A pesar de su tamaño reducido, los hámster salvajes (Cricetus cricetus) son capaces de saltar alturas considerables. Aunque pueden caber en la palma de la mano, son animales iracundos que no dudan en morder a cualquier agente agresor que invada su territorio. Para sorpresa de Mikhail Rusin, investigador del Zoológico de Kiev en Ucrania, “Incluso los nacidos en cautiverio, cuando crecen, no son mansos”.
Esta especie tiene la capacidad de expandir sus mejillas hasta los hombros, ya que tienen integrado al interior de la boca un mecanismo de estiramiento, llamado abazón. De esta manera, pueden acumular comida para llevar a sus guaridas, que después almacenan en los túneles que hacen bajo tierra.
Su cuerpo recubierto de pelaje suave y mejillas redondas contrastan con el carácter agresivo de estos animales de las praderas. Las apariencias engañan: son herbívoros feroces que luchan por protegerse, ya que se trata de animales estrictamente solitarios. A diferencia de otros roedores, si pasan mucho tiempo juntos, padecen de un estrés agudo que los puede llevar a combates mortales.
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A pesar de ser un animal aguerrido, los hámsteres salvajes están en peligro crítico de extinción. Sólo en Francia, las poblaciones en libertad se han reducido en un alarmante 94 %. Las cifras en otras partes del mundo tampoco resultan favorables. Con apenas medio kilo de peso, no puede defenderse de las amenazas provocadas por la intervención humana.
El cambio climático, la agricultura y la contaminación lumínica de las ciudades en crecimiento atentan gravemente contra su bienestar. Como animales que disfrutan de su soledad, necesitan espacios abiertos y silenciosos para llevar una vida sin estrés, que les permita desarrollarse adecuadamente.
Dado el estado crítico en el que se encuentra la especie, el Parque Nacional Khotyn de Ucrania ha hecho esfuerzos importantes por criar en cautiverio a un gran número de ejemplares. Una vez que están lo suficientemente fuertes y maduros, son reintroducidos a sus hábitats naturales para continuar el resto de sus días.
La institución ha realizado esfuerzos significativos ya que, sin la presencia de los hámster salvajes en la naturaleza, el ecosistema puede colapsar. El hámster salvaje es la presa fundamental de una gran cantidad de depredadores más grandes de diferentes tipos. Entre ellos, se encuentra el zorro y el búho, que los necesitan para subsistir.
Si se extinguiera, la cadena alimentaria de los pastizales en Europa, Asia y Medio Oriente se vería afectada de manera inmediata. Sin roedores qué comer, las poblaciones de otras especies endémicas también se verían peligrosamente mermadas, ya que no cuentan con otras alternativas para alimentarse.
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