Durante los meses más cálidos de verano, el monal colirrojo sobrevuela los picos más altos del Himalaya. En invierno, sin embargo, se mantiene con los pies en la tierra, entre los bosques más tupidos de Nepal. En las alturas, despliega sus alas con un fulgor opalescente: rojo, verde, azul y naranja encendidos reflejan la luz del sol con un esplendor fugaz, como su paso por los aires.
A primera vista, podría parecer la inspiración terrenal de los fénix. A diferencia de otros faisanes, el monal del Himalaya tiene una cresta color verde metálico, con plumas rojas que se entrelazan con otras azules en toda la espalda. La cola termina en un color marrón rojizo, así como las alas, mientras que el pecho es más oscuro. Un anillo azul pálido enmarca sus ojos.
Esta especie no tiene miedo de volar alto. Generalmente son aves de gran altitud, a las que se les ha avistado hasta por encima de los 4 mil metros de altura. Se sabe que abundan entre Afganistán, Bután, la India y el Tíbet. Más aún, es el ave nacional de Nepal, donde buscan refugio en las áreas boscosas en los meses más fríos del año. Además de su notable capacidad de vuelo, son aves excavadoras que perforan la tierra con sus picos y garras en busca de raíces, insectos y semillas.
Los machos son más vocales que las hembras. En las temporadas de reproducción, sus gritos inundan las profundidades de los bosques asiáticos. Por su parte, las hembras son capaces de poner de 3 hasta 5 huevos por embarazo, mientras que su pareja los protege y ayuda a criarlos durante los seis primeros meses de vida d los polluelos. Después de este periodo, son animales autosuficientes.
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En promedio, el monal colirrojo puede pesar entre 1.8 y 2.4 kilogramos, y puede medir hasta 75 centímetros. A pesar de su tamaño, son excelentes aviadores del Himalaya. A pesar de su habilidad para emprender el vuelo, prefieren huir corriendo entre la maleza. Aunque son muy veloces, se identifican muy fácilmente por los 12 tonos de colores metálicos que tienen en las plumas.
Esta especie se distingue entre otras aves por ser gregaria. Es decir: es poco frecuente encontrar a un ejemplar por su cuenta, ya que siempre están acompañados por sus parejas u otros miembros de sus familias. En Asia, sin embargo, se aprovecha esta conducta para cazar a familias enteras, para usar la carne como alimento o vender las plumas.
La destrucción de su hábitat natural ha orillado a la especie a la extinción en algunas regiones de Asia. La caza irresponsable, el comercio de mascotas ‘exóticas’ y la agricultura son algunos de los obstáculos más duros a los que se enfrentan en la actualidad. Por esta razón, la mayor parte de los ejemplares contemporáneos se crían en cautiverio.
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