En las costas de Sudáfrica, el avistamiento un ejemplar vivo cuya especie data de hace 65 millones de años dio nueva luz sobre la vida en la Prehistoria. Este acontecimiento se dio en 1938, y amplió el campo de estudio paleontológico en Europa. Resultó ser que habían capturado a un depredador feroz y milenario de los mares: un pez prehistórico que, en ese entonces, calificaron como «un fósil viviente».
El celacanto ha sido testigo de los cambios en los océanos por milenios. La anatomía del ejemplar capturado se conservaba casi idéntico a los registros fósiles que se tenían hasta el momento.
Este pez es encontrado comúnmente en aguas sudafricanas y parece conservar su apariencia desde hace millones de años. Al menos físicamente, el animal se conserva casi igual —su información genética cuenta otra historia.
Según las observaciones más recientes de un equipo de científicos de Toronto, el celacanto africano ganó 62 genes nuevos. Esto es así por los encuentros que ha tenido a lo largo de 10 millones de años con una multiplicidad innumerable de especies diferentes. Las secuencias de su información genética sugieren que cuenta con «genes egoístas«.
Estos son elementos de ADN parásitos, cuyo objetivo único es hacer más copias de sí mismos. El fenómeno se presenta también entre otras especies de animales marinos. Sin embargo, es una realidad que está más presente en organismos más antiguos, como es el caso de este pez prehistórico.
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Tim Hughes, autor principal del estudio en el Centro Donnelly de Investigación Celular y Biomolecular de la Universidad de Toronto, se mostró maravillado ante el descubrimiento de esta secuencia genética. Al respecto del estudio, destacó lo siguiente:
«No sabemos qué están haciendo estos 62 genes, pero muchos de ellos codifican proteínas de unión al ADN y probablemente tienen un papel en la regulación de genes, donde incluso los cambios sutiles son importantes en la evolución».
Para Hughes y su equipo, fue sorprendente encontrar que los celacantos están entre los vertebrados que tienen esta capacidad genética natural. Por esto, el antiguo título de «fósil viviente» podría quedar atrás: podría ser que estos peces no se conserven idénticos a como eran en la Prehistoria.
Según el experto, «El celacanto puede haber evolucionado un poco más lentamente, pero ciertamente no es un fósil«. Si bien sus ancestros pudieron convivir con otras bestias marinas millones de años atrás, es una realidad que los contemporáneos han tenido que adaptarse incluso genéticamente a las nuevas condiciones medioambientales.
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