Desde hace 50 millones de años, la reproducción de los delfines ha favorecido que los espermas estén recubiertos de una grasa especial.
Hace millones de años, hubo un periodo de bonanza en los mares. Tiburones, cetáceos y una variedad amplia de especies marinas encontraron las condiciones ecológicas que necesitaban para diversificarse. Sin embargo, con el enfriamiento progresivo del planeta, algunos de ellos tuvieron que adaptarse para sobrevivir. Claro ejemplo de este fenómeno se manifestó en la reproducción de los delfines que, para proteger sus espermatozoides, tuvieron que recubrirlos de grasa.
Una protección adicional
A diferencia de los mamíferos terrestres, los animales marinos utilizan la grasa como fuente de energía para moverse. De acuerdo con un nuevo estudio publicado en Current Biology, el metabolismo de los delfines cambió para que su reproducción fuera más efectiva. El proceso empezó hace 50 millones de años, cuando las temperaturas de los mares prehistóricos se hicieron mucho más frías.
Así como los organismos vivos se recubren de grasa para mantener el calor, los espermas de los delfines tuvieron que generar este recubrimiento para llegar hasta el aparato reproductor de las hembras. La base de esto está en una modificación en la dieta de estos mamíferos, que tuvo que hacerse rica en grasa y proteína de otros animales.
Conforme las condiciones oceánicas se modificaron, «los delfines tuvieron que usar los ácidos grasos como sustrato energético«, explica a National Geographic Alfonso Gutiérrez-Adán, autor principal del estudio. Mientras parte de la grasa se utilizó para generar energía, una parte se reservó para dar una protección adicional a los espermatozoides.
Modificaciones en el sistema reproductivo
No sólo los espermatozoides sufrieron cambios. Por el contrario, el estudio conducido por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria del Consejo superior de Investigaciones Científicas (CSIC) señala que los órganos y estrategias reproductivas también se transformaron con el tiempo. Desde la forma de eyacular hasta las fuentes de energía para fecundar los ovocitos se han visto modificados en millones de años.
A diferencia de lo que podría creerse, el proceso fue diferente para los cetáceos o tiburones. Ninguno de estos animales recubren sus espermatozoides de grasa. Las mutaciones experimentadas en la reproducción de los delfines es única entre las especies marinas. Esto generó aún más curiosidad para el equipo de Gutiérrez-Adán, ya que este conjunto de animales comparte dietas enriquecidas en grasa.
Según el experto, la siguiente fase de la investigación es analizar con más detenimiento la capacitación espermática. A pesar de que el metabolismo de cada especie pueden ser diametralmente distinto, este descubrimiento arroja nueva luz sobre las estrategias evolutivas que las especies marinas han adoptado a lo largo de los milenios.
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