Los restos de un dinosaurio gigante en Australia de hace 90 millones de años revelan una nueva especie de saurópodos: el Australotitan.
A lo largo, era del tamaño de una cancha de basketball. A lo alto, podría alcanzar fácilmente las dimensiones de un edificio de tres pisos: la nueva especie de dinosaurio recientemente encontrada en Queensland, Australia, se parecía a los antiguos Brachiosaurus, pero eran todavía más grandes y pesados. Así fue el Australotitan.
Un gigante australiano
El Australotitan cooperensis podría haber pesado hasta 70 toneladas. De acuerdo con los paleontólogos encargados de exhumar sus restos fósiles, podría tratarse de la especie más grande de toda Australia y uno de los animales más masivos del mundo prehistórico. A partir del esqueleto, a quien llamaron «Cooper» en 2007, los científicos estiman que toda la región de Queensland podría ser rica en huesos similares.
No fue hasta 13 años más tarde que investigadores del Museo de Historia Natural de Eromanga (ENHM) identificaron que podría tratarse de una especie completamente diferente, y autóctona del país. Los hallazgos fueron publicados por la revista científica PeerJ, en donde se datan los restos hasta el periodo Cretácico Medio.
Por esta razón, los restos de este saurópodo gigante podrían tener hasta 90 millones de años en la Tierra. Los científicos australianos del museo compararon los fragmentos de huesos encontrados, y así, pudieron determinar que se trataba de un animal nunca antes registrado por la ciencia. Herbívoro e inofensivo, perteneció a la familia de los titanosaurios: los más grandes de los dinosaurios de cuello largo.
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La cofundadora del Museo de Historia Natural de Eromanga, Robyn Mackenzie, no pudo esconder su emoción ante los medios internacionales. Nunca antes se había descubierto una especie de titanosaurio tan grande en el país:
«Las piezas eran bastante grandes y gruesas», dijo. «Pudimos medir los huesos y compararlos con otras especies en Australia y el resto del mundo».
Los omóplatos fueron los restos más masivos que se encontraron, seguidos por los huesos pélvicos y las extremidades del dinosaurio. Con toda esta evidencia —conservada casi intacta a pesar del paso de los milenios— los investigadores del museo pudieron tener un mejor acercamiento a la hora de catalogar a la especie.
A pesar de que los fósiles generalmente son frágiles, no tuvieron problema en transportarlos a los laboratorios de la institución. Sólo ahí, el equipo utilizó tecnología 3D para escanear cada una de las piezas recolectadas. De esta forma, fue mucho más sencillo compararlos con los restos de las especies registradas con anterioridad. Ninguno fue compatible con los archivos del museo.
Al respecto, Mackenzie se enorgullece en decir que los «hallazgos han puesto a Australia en el mapa» de los avances paleontológicos mundiales. El Australotitan podría fácilmente competir con sus pares latinoamericanos en la Patagonia, según la experta. Además, asegura, este descubrimiento representa únicamente la punta del iceberg: «Ha abierto una nueva frontera de dinosaurios«, dice.
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