El walabí es uno de los animales más icónicos de Australia. Comúnmente confundidos con los canguros –sus primos mayores–, las cerca de 30 especies de este marsupial se desplazan ágilmente a través de saltos que equilibran con su cola y se extienden en distintos ecosistemas de Australia y Nueva Guinea.
En el siglo XIX, el walabí de bridas (identificado por las rayas blancas y negras que bajan por su dorso) constituía la especie más común de walabí en Australia continental; sin embargo, la caza para aprovechar su piel y la depredación de gatos ferales y zorros estuvieron a punto de extinguirlos.
Durante la mayor parte del siglo XX, se creyó que la especie había desaparecido. No fue hasta 1973 que el avistamiento de una pequeña población en Queensland reavivó el interés de conservacionistas y gobierno para recuperar al walabí de bridas y se establecieron reservas naturales para proteger a la especie, entonces calculada en apenas unos cientos de ejemplares.
A principios de 2010, el panorama no era muy halagador para la especie: los walabíes son una de las presas favoritas de los gatos ferales, el principal enemigo de cientos de especies nativas de Australia, introducidos al continente en 1788 junto con la llegada de los primeros navíos ingleses.
Los datos revelan que la situación es especialmente crítica cuando se trata de ejemplares juveniles: los walabíes más pequeños (menos de 3 kilogramos) no tienen posibilidad cuando un gato está al acecho y se estima que más de la mitad son cazados por esta especie invasora antes de alcanzar la edad adulta.
La situación cambia radicalmente con los walabíes adultos, donde la tasa de supervivencia se dispara por encima del 80 % gracias a sus habilidades desarrolladas y agilidad para evitar encuentros fatales con gatos.
La problemática llevó a la Universidad de Nueva Gales del Sur a plantear nuevas estrategias para detener la depredación provocada por los gatos, un problema ambiental de primer orden en el que el gobierno australiano ha invertido millones de dólares sin encontrar una solución de fondo hasta el momento.
No obstante, en el caso del walabí de bridas, un método conocido como headstarting está dando resultados: se trata de retirar a los ejemplares más jóvenes de su entorno natural y llevarlos a un área protegida libre de gatos ferales, hasta que alcancen la madurez suficiente para volver a la vida salvaje con un riesgo menor.
Entre 2015 y 2018, 89 % de los walabíes que participaron en el programa pionero de headstarting se desarrollaron exitosamente y fueron reintroducidos a su medio natural.
A primera vista, la puesta en marcha de la estrategia arroja resultados exitosos; sin embargo, los siguientes estudios al respecto intentarán conocer más a fondo las posibles desventajas conductuales de los walabíes que crecieron en reservas naturales, lejos de su principal depredador. Esta protección podría interferir con el asilvestramiento de cada ejemplar, especialmente cuando se trata de reconocer a otros depredadores, como águilas o serpientes.
Ahora lee:
Nace una camada de demonios de Tasmania por primera vez en 3 mil años en Australia
Los cabellos grises simbolizan el paso del tiempo, pero su origen se relaciona con más factores que solo la edad.…
La segunda luna de la Tierra está por partir para continuar su viaje cósmico. Antes de que lo haga, te…
Desde que el telescopio espacial James Webb ayudó a visualizarlos, los primeros agujeros negros supermasivos han sido todo un enigma.…
Con esto, los lobos etíopes se convierten en los primeros polinizadores carnívoros, de gran tamaño, de los cuales se tiene…
Las primeras bombas nucleares pusieron en marcha el Reloj del Apocalipsis. Desde entonces, sus manecillas se han movido, anunciado una…
Científicos obtuvieron la imagen de una estrella de fuera de esta galaxia. Es el acercamiento mejor logrado, en su tipo,…