Aunque las focas se consideran una especie protegida en Australia, cuando se trata de las grandes que cultivan salmón del Atlántico en Tasmania (la especie más lucrativa de la industria pesquera en el país) existen excepciones a la ley, que no solo pueden poner en peligro a los ejemplares de focas, sino a toda la vida marina de la región:
En busca de alimento, las focas que habitan en las costas de Tasmania pueden acercarse a los corrales de las granjas de salmones y tratar de romperlos. Esta problemática ha llevado a la industria del salmón a implementar medidas cada vez más radicales para ahuyentarlas y evitar daños en el producto que comercializan.
La más polémica de ellas es el uso de explosivos para alejar a estos mamíferos, conocidos popularmente como bombas para foca, definidas por Benjamin J. Richardson, profesor de Derecho ambiental en la Universidad de Tasmania como «dispositivos subacuáticos que emiten impulsos de ruido agudos y extremadamente fuertes”.
Las bombas para foca pueden cumplir su función de disuadir a los distintos ejemplares que rondan las granjas; sin embargo, también pueden provocar graves daños que conducen a su muerte.
En junio de 2021, el Australian Broadcasting Corporation (ABC) informó del inicio de una investigación gubernamental de cuatro años atrás, con el fin de conocer a fondo el daño que las bombas para foca causan a la especie.
El informe reveló que de 2018 a la fecha, las tres mayores granjas de salmón de Australia han detonado al menos 77 mil bombas. Además, describe que algunos ejemplares sufrieron «mutilaciones, muertes y lesiones» que por su gravedad, no tenían más remedio que la eutanasia, siendo el trauma con fuerza contundente el factor clave en la mitad de muertes de focas.
Las principales empresas de la industria justifican plenamente el uso de bombas submarinas contra las focas asegurando que tienen por obligación proteger al personal que labora en las granjas de salmones de la región, en especial de las focas, que pueden atacar a los buzos que trabajan en las granjas; sin embargo, Richardson desestima este último evento, calificándolo de “extremadamente raro”.
Entre los otros métodos de disuasión utilizados contra las focas en la industria, se incluyen armas no letales que disparan proyectiles y dardos de sedación. Sin embargo, las bombas para foca son consideradas un exceso por expertos y activistas y aún se requiere más investigación científica para conocer a fondo cómo afecta su detonación a otra especies marinas.
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