Un estudio recientemente publicado dice que los animales que generan su propia luz aparecieron mucho antes de lo que se creía.
Entre las muchas maravillas naturales está la bioluminiscencia, un proceso que permite a diferentes animales, y otros seres vivos, generar luz. Es así como las luciérnagas, las algas, algunos gusanos, y muchos más, logran este vistoso efecto, resultado de una reacción química. Al respecto, una nueva noticia en el mundo de la ciencia está causando gran interés, pues un estudio, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, apunta a un tiempo estimado en que los primeros animales que generaron su propia luz surgieron.
Por décadas los científicos creyeron que el ejemplo más antiguo de bioluminiscencia animal se encontraba en un diminuto crustáceo marino conocido como ostrácodo, que vivió hace 267 millones de años. Pero ahora la atención va mucho más atrás, dado que la nueva hipótesis sostiene que la bioluminiscencia pudo evolucionar hace 540 millones de años en los antiguos océanos de nuestro planeta.
Luces de más de 500 millones de años
El estudio que llevó a esta conclusión fue realizado con un grupo de organismos de aguas profundas, llamados octocorales, que a menudo son bioluminiscentes. De acuerdo con los análisis, los investigadores vieron que un antepasado de estos seres, portador de luz, vivió hace 540 millones de años. Esto se convierte en el antecedente más antiguo de la bioluminiscencia.
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La misteriosa y brillante criatura habría aparecido durante la Explosión Cámbrica, un periodo de la historia de la Tierra de mucha actividad evolutiva, en el que aparecieron por primera vez varios de los principales grupos de animales que conocemos hoy.
“La bioluminiscencia, y la señalización luminosa en general, podría ser una de las formas de comunicación más antiguas de las que tenemos constancia, que no era lo que esperábamos en un principio”, menciona Danielle DeLeo, bióloga de las profundidades marinas de la Universidad Internacional de Florida (Estados Unidos) y autora principal del estudio.
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Aunque cueste creerlo, los océanos son los principales escenarios de las luces naturales de la Tierra. Tres cuartas partes de los animales marinos son capaces de iluminarse de alguna manera. Por ello, era de esperar que el origen de este proceso natural estuviera en esas aguas.
Los autores del estudio señalan que esto no es terminante, ya que la bioluminiscencia podría venir de todavía más atrás en el tiempo. Próximas investigaciones nos estarán mostrando hasta dónde puede llegar el origen de estos brillantes seres.
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