El 29 de noviembre de 2021, el capitán Leo van Toly, del petrolero holandés Coral EnergICE, captó en video a un enorme cachalote blanco en las costas de Jamaica. Impresionado por el tamaño del animal, mandó el video a Annemarie van den Berg, directora de la organización benéfica para la conservación de ballenas SOS Dolfijn en los Países Bajos. Un grupo de expertos confirmó que el animal era efectivamente un cachalote.
Las ballenas de piel blanca padecen albinismo o leucismo, condiciones que afectan la capacidad de las ballenas para producir melanina, elemento que es el responsable de darles su color gris normal.
Shane Gero, experto en cachalotes de la Universidad de Dalhousie, en Canadá, y fundador del Proyecto Cachalote de Dominica, afirma:
«No sabemos cuán raros son los cachalotes blancos. Pero sí se ven de vez en cuando».
“El último avistamiento de un cachalote blanco del que se tiene registro data de 2015. Este avistamiento ocurrió frente a la isla italiana de Cerdeña. Sin embargo, también ha habido reportes en Dominica (Caribe) y en las Azores (Atlántico) en los últimos años”, dijo Gero. “Es posible que la avistada en Jamaica sea la misma de Dominica, pero no está claro”, añadió.
Este hallazgo hizo recordar a los expertos y al público en general la historia de Moby Dick, la célebre novela de Herman Melville, uno de los autores norteamericanos más célebres de la historia literaria de ese país. La historia nos narra la presencia de una enorme ballena blanca (un cachalote albino precisamente) a la que el capitán Ahab le quiere dar caza a toda costa. Moby Dick destaca por su tamaño colosal y su fiereza.
Este hombre está ávido de venganza debido a que la ballena devoró parte de su pierna, lo cual lo lleva a experimentar un odio tremendo hacia el animal. Esta novela dio pie no sólo a un mito literario sino también de los mares: el de las ballenas monstruosas de piel blanca.
El narrador, Ismael, profiere en algún punto del relato una de las frases más recordadas de esta obra literaria: «Fue la blancura de la ballena lo que me horrorizó».
Durante los siglos XVIII y XIX, los cachalotes eran un pilar básico de la actividad ballenera. Herman Melville inmortalizó en su relato a un matico cachalote albino. Se cree que la criatura de la novela estaba basado en un animal real al que los balleneros llamaban Mocha Dick. A los cachalotes se le cazaba para extraer su aceite, el cual era una mercancía muy preciada en aquellos años.
Los cachalotes se distinguen por sus enormes cabezas y frentes redondeadas y prominentes. Destacan por tener el cerebro más grande de todas las criaturas conocidas sobre la Tierra. Precisamente en la cabeza tienen una gran cantidad de una sustancia llamada espermaceti, el cual se creía que era esperma entre los marineros de antaño.
Sin embargo, los expertos desconocen cuál es la función exacta del espermaceti. Pudiera ser que esta sustancia ayuda al cachalote a sumergirse a gran profundidad y volver a subir. Los cachalotes llegan a sumergirse 1.000 metros en busca de calamares para alimentarse, por lo cual esta sustancia cumpliría precisamente con la función de ayudarles a soportar esas inmersiones durante las cuales deben contener la respiración hasta 90 minutos.
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