Cayo Santiago no se pudo recuperar del huracán María. Después de azotar la costa puertorriqueña en septiembre de 2017, la isla quedó prácticamente inhabitable para los seres humanos. Según los registros de National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), este huracán llegó con lluvias torrenciales y ráfagas de viento de más de 270 kilómetros por hora, lo que lo convirtió en uno de categoría 4.
Con ello, la población se quedó sin luz eléctrica y agua potable. Muchos de los habitantes se quedaron sin vivienda, alimentos, ni acceso a necesidades básicas. Entre toda la devastación que trajo la catástrofe natural, una comunidad en Cayo Santiago permaneció ilesa. En la costa este de la isla, casi 1,500 macacos puertorriqueños no sólo sobrevivieron, sino que se adaptaron a las nuevas condiciones.
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Desde la catástrofe que trajo el huracán María, han pasado 5 años. En ese tiempo, la gente no volvió a poblar Cayo Santiago. Por el contrario, empezaron a llamarla ‘Isla de los Monos’, dado que prácticamente los únicos habitantes restantes eran macacos rhesus. Típicamente, la especie habita entre bosques tropicales del sureste asiático, en India, China y Nepal. Se les reconoce fácilmente entre otros primates por el pelaje naranja de sus patas.
Aunque pareciera que los macacos han habitado Cayo Santiago por milenios, no fue hasta que el primatólogo Clarence Carpenter los introdujo artificialmente que se apropiaron del entorno. En la década de los 30, trajo 450 ejemplares a la isla. Por las condiciones climáticas, se acostumbraron rápida y cómodamente al calor tropical.
Su idea original era estudiar el comportamiento de los macacos en un entorno que les resultara propicio. De esa idea corren casi 100 años y, en ese tiempo, en Cayo Santiago se estableció uno de los centros de investigación primatológica más prestigiosos de América Latina. Con el nombre de Caribbean Primate Research Center, la institución se dedica exclusivamente a investigar primates, en colaboración con la Universidad de Puerto Rico.
«A lo largo de los años, generaciones de monos han descendido de esa colonia original, y hoy esos descendientes deambulan libremente por la isla, jugando en sus playas de arena y explorando su interminable dosel de árboles», escribe al respecto la corresponsal Jennifer Nalewiki para Smithsonian Magazine.
Tras un siglo de investigación, y después de un lustro del huracán María, los macacos puertorriqueños habitan Cayo Santiago con libertad, con escasa intervención humana. Los científicos que visitan la isla para continuar estudiando se encargan de alimentarlos. Más allá de eso, los primates llevan una vida independiente del desarrollo humano.
En últimas, los macacos adoptaron Cayo Santiago como un refugio artificial, que les vino muy natural.
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Una vez que la catástrofe que dejó el huracán María se estabilizó, los investigadores del Caribbean Primate Research Center temían lo peor para los macacos en Cayo Santiago. Originalmente, incluso, se reprobaron 65 decesos. Sin embargo, las cifras no habían sido confirmadas en el campo.
Cuando finalmente se pudo ir a la isla de manera segura, los investigadores se dieron cuenta de que los macacos no sólo habían sobrevivido, sino que llevaban su vida igual que siempre:
“Dos días después de la tormenta, miembros de nuestro personal tomaron un bote a la isla para darles de comer”, dice Alyssa Arre, directora científica del centro. “A todos les preocupaba que los monos hubieran muerto, pero no fue así”.
En ese momento, el censo que se llevó a cabo de la población de macacos no mostró irregularidades. Lo más probable es que, durante la tormenta, los ejemplares se hayan refugiado en las montañas de Cayo Santiago, ya que casi todos los árboles que usan para dormir fueron arrancados por los vientos poderosos.
Incluso a pesar de las pérdidas humanas trágicas, el huracán María trajo a los investigadores la oportunidad de ver cómo habían cambiado las relaciones entre los primates después de la tormenta. De acuerdo con el estudio publicado en Current Biology, los macacos «se volvieron más sociales» e ingeniosos, para sobrellevar la escasez y el hambre.
Hoy, los macacos siguen gobernando Cayo Santiago. Alejados del desarrollo posindustrial, proliferan en paz.
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