Las jirafas macho analizan la orina de las hembras para decidir si están enamorados de ellas. Así de extraña es la sexualidad de las jirafas.
Si a veces sentimos que revisar cada detalle de redes sociales de nuestra pareja es demasiado invasivo, hay mamíferos que llevan el juego del enamoramiento a otro nivel de análisis, por llamarlo de alguna manera. Tal es el caso de las jirafas, que basan su sexualidad en olisquear la orina de sus parejas potenciales.
Este comportamiento no es fortuito. Por el contrario, viene de un largo camino evolutivo, en el que los machos escogen qué tan propensa es su pareja a tener bebés a partir del olor de la pipí. «Desafortunadamente», como apunta Tessa Koumoundouross para Science Alert, «llegar al suelo para olfatear charcos de orina no es lo más fácil de hacer cuando tienes varios metros de altura«. Por lo cual, el ritual de cortejo no termina ahí.
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¿Cómo eligen pareja las jirafas?
Como no es muy fácil agacharse para oler la orina de sus parejas potenciales, las jirafas macho obligan a las hembra a orinar en ciertos lugares (más accesibles para su altura). Para ello, ellos deben de inclinarse para ‘atrapar’ el olor de la orina mientras sale un borbotón de la hembra. Sí, qué incómodo.
Los investigadores de la Universidad de California en Davis (EEUU) descubrieron esto a través de un estudio basado en la observación. Como las jirafas son altamente sociales, el equipo se enfocó en un grupo que se reúne habitualmente en Namutoni, en el Parque Nacional Etosha en Namibia. Desde ahí, observaron a una misma hembra 102 veces.
«No corren el riesgo de llegar hasta el suelo debido al desarrollo extremo de su cabeza y cuello», explica Lynette Hart, autora principal del estudio, en un comunicado.
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La investigación se publicó en las vísperas de San Valentín, cuando se presentan los rituales de apareamiento más extraños en nuestra propia especie. Ojalá que ninguna se parezca al de la sexualidad de las jirafas. Según los investigadores, el primer paso es obligar a la hembra a orinar. Así, los machos las empujan y huelen sus genitales.
Si la hembra lo permite, el macho la forza a ampliar su postura para que oriente más, mientras el macho se traga algo de la sustancia. Lo anterior para «transportar las feromonas y el olor hasta el órgano vomeronasal», explican los autores. Sólo así pueden saber con más certeza si la hembra es la mejor candidata para gestar crías fuertes, y así, continuar con la línea evolutiva de la especie.
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