A las belugas se les conoce como los ‘canarios del mar’. Esto es así porque son los cetáceos más expresivos, con la capacidad de producir más rango de sonidos. Lo más impresionante es que ni siquiera tienen cuerdas vocales. A diferencia de otras especies, esta gran variedad de sonidos viene del cerebro de las belugas.
De acuerdo con BBC Earth, estas ballenas blancas se comunican «a través de los sacos nasales ubicados alrededor de su espiráculo«. Justo enfrente de este agujero, que les sirve como respirador, las belugas cuentan con una estructura esponjosa conocida como ‘melón’. Justo en la punta de la cabeza, este espacio recibe instrucciones directas de su sistema nervioso. Así funciona.
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La cima de la frente de las belugas es suave. Aunque parezca lo contrario, es esponjosa y puede moldearse. De hecho, ellas mismas son capaces de moverlas según sus necesidades: además de servir como envase para el cerebro de las belugas, el ‘melón’ conduce los sonidos que estas ballenas emiten desde sus cavidades nasales.
Así lo explica la organización Whale and Dolphin Conservation:
«Las belugas mueven sus melones para enfocar los sonidos en direcciones específicas», explica la institución en su portal oficial. «Durante las vocalizaciones de las ballenas, los investigadores han observado cómo los melones cambiaban de forma.»
El ‘melón’ de las belugas también les sirve como un GPS natural. Esto es así porque el cerebro de las belugas está diseñado para la ecoubicación: las llamadas resonantes que producen para encontrar objetos y comunicarse entre sí. La región suave de la frente enfoca y proyecta estas señales sonoras por debajo del agua.
Además de esto, según la plataforma de investigación del Ártico Polar Guidebook, este órgano «genera sonidos de alta y baja frecuencia para comunicarse, alimentarse y viajar«. Además, es moldeable porque está constituido principalmente de grasa y tejido suave. En internet, circulan videos en los que ciertos cuidadores les aplastan esta región de la cabeza.
Aunque no les están tocando propiamente el cerebro, que se ubica al interior de su cráneo, los animales son seres sintieses. Muchas veces, estas acciones estresan a las ballenas —que de por sí, cuando están en cautiverio, viven en espacios reducidos que no corresponden con sus dimensiones. «Reconsidere sus acciones antes de aplastar la cabeza de una ballena», concluye la institución.
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