Después de 7 años de grabaciones, descubren que los manatíes tienen un lenguaje propio para comunicarse con sus familias y seres queridos.
En promedio, los manatíes se mueven a menos de un kilómetro por hora. Esto no les impide, sin embargo, ejercer un lenguaje articulado y sofisticado, según un equipo de Mote Marine Laboratory and Aquarium, en Estados Unidos. En forma de chillidos agudos, se comunican entre sí y modifican sus actividades diarias en función de lo que otros miembros de sus familias les ‘dicen’.
Anteriormente, se pensaba que utilizaban un sistema similar al de los delfines, conocido como ecolocación. Sin embargo, la investigación arrojó resultados diferentes. Así como otros mamíferos —como los murciélagos, las ballenas o los seres humanos—, los manatíes generan su lenguaje a partir de vocalizaciones. Es decir: todo su esquema de comunicación nace en la garganta.
Pláticas en familia
El equipo del acuario se dedicó a ver a los manatíes interactuar en libertad. Comunicándose entre ellos en los lagos superficiales de Florida, se dieron cuenta de que que los sonidos que los manatíes emiten no son aislados. Por el contrario, forman un entramado complejo similar al lenguaje. Los biólogos de la institución se dieron cuenta de que, después de intercambiar chillidos específicos, algunos ejemplares cambiaban su comportamiento.
Esto podría indicar que los sonidos intercambiados tienen un sentido profundo y sofisticado para los manatíes, así como funciona el lenguaje en otras especies. Así se explica 60-Second Science, el podcast de Scientific American:
«Las ‘pláticas’ entre manatíes se relacionan con su comportamiento en diferentes escenarios sociales. […] Los manatíes usan el lenguaje para trasmitir todo tipo de cosas», explica Beth Brady, especialista en mamíferos marinos del acuario en Estados Unidos.
Este comportamiento se dedujo porque los manatíes emiten sonidos diferentes para expresar cosas distintas. Brady lo ejemplifica con el caso de los animales domésticos: a partir del ladrido de un perro o el maullido de un gato, es posible saber si quiere salir al patio o jugar. Lo mismo sucede con el lenguaje de los manatíes.
A pesar de que se caracterizan por ser animales tímidos, que pasan largas temporadas por su cuenta, han logrado desarrollar un sistema que comprenden entre todos. Pareciera que estuvieran teniendo ‘pláticas en familia’. Se llegó a esta conclusión después de un acompañamiento de 7 años del mismo grupo, en el que los científicos observaron cómo interactuaban entre sí.
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¿De qué hablan los manatíes?
Las grabaciones realizadas durante 7 años se procesaron con un programa de computadora especializado en bioacústica y conservación. Con éste, se dieron cuenta de que el 99 % de las vocalizaciones de los manatíes caían en 3 categorías principales:
- Llamados para jugar con otros.
- Chillidos de estrés, en situaciones de miedo o ansiedad.
- Parloteos agudos, principalmente emitidos entre las mamás y sus crías.
Los resultados se publicaron en Marine Mammal Science recientemente, lo que le ganó a los manatíes el galardón de «especie clave»: descifrar su lenguaje es un punto nodal para entender la cognición y relacionamiento de otros animales marinos. El problema es que, por la contaminación de los cuerpos de agua que habitan, el pasto que comen para subsistir está dejando de crecer.
Como consecuencia inmediata, los manatíes mueren de hambre. Y con ellos, el lenguaje que diseñaron de generación en generación. Aunado a esto, la piel de los manatíes es increíblemente sensible. Con las alzas en la temperatura de las aguas, la cobertura natural que tienen se está viendo dañada también con quemaduras. Por ello, concluye Brady, cuando se pierde una especie clave como ésta «también es un indicador de la salud general de un ecosistema«.
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