Grupos locales y activistas encabezan la lucha por la conservación del mono aullador. Tras la ola de muertes y la viralidad de la noticia, son pocos los que continúan velando por el bienestar de los supervivientes.
Los habitantes de las comunidades rurales de Tabasco han convivido con el mono aullador durante años, solo en ese lugar se estima que habitan unos 1,200 ejemplares. Las manchas negras entre los árboles y su poderoso aullido han sido un símbolo de su supervivencia en el sureste mexicano hasta mayo de este año. A principios de ese mes, los animales comenzaron a desplomarse de los árboles, fulminados por el golpe de calor causado por las altas temperaturas.
Ante la emergencia, grupos comunitarios se enfrentaron a verlos caer y morir. Junto a activistas y voluntarios, fueron los primeros en brindarles primeros auxilios e hidratarlos. Después de la oleada inicial de alta mortandad, estos mismos grupos continúan regresando para proporcionarles agua, alimento y socorrer a los que siguen muriendo.
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Una declaratoria de emergencia que no llega
Solo en este estado han muerto alrededor de 200 monos aulladores desde el 4 de mayo de este año, según datos de la organización Conservación de la Biodiversidad del Usumacinta A.C. (Cobius). Además, las autoridades mexicanas han reportado 49 muertes adicionales en los estados de Veracruz, Chiapas y Campeche. Ante estas cifras, activistas consideran necesario declarar una emergencia ambiental para activar los mecanismos y recursos que permitan abordar esta situación.
“Desde hace 20 días se debió declarar la emergencia”, expresó Gilberto Pozo Montuy, director ejecutivo de Cobius. “Esto implica que la Secretaría del Medio Ambiente emita la declaratoria de emergencia ambiental, libere recursos para atenderla y se pueda apoyar a las comunidades donde se está viendo la afectación por mortandad de los monos”.
Estamos “solos y con unas ayuditas nada más por parte del gobierno”, agregó el biólogo. Los expertos independientes trabajan con cuatro brigadas comunitarias, formadas por pobladores que han vivido siempre cerca del hábitat de los monos. Estos grupos se encargan de instalar puestos de hidratación, vigilar si algún mono sufre un golpe de calor y elaborar informes para que los médicos puedan intervenir.
La labor avanza con donativos, apoyos escasos por parte de las autoridades federales, el respaldo del gobierno local y primatólogos voluntarios que llegaron a Tabasco por la emergencia. El trabajo coordinado entre instituciones, la universidad estatal y Cobius aún no se ha consolidado, lamenta Pozo Montuy. “Si no nos comunicamos podemos estar yendo a los mismos lugares, podríamos estar duplicando esfuerzos y dejar desatendidos muchos otros sitios”.
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Más de 20 monos han sido rehabilitados
La única clínica instalada para atender a los monos saraguatos está en Cunduacán, Tabasco. Este lugar ha recibido animales con deshidratación grave, en estado casi a punto de coma con hipoglucémica, colapso venoso y otros procesos que los dejan inertes. Hasta ahora, 27 monos se han recuperado, de los cuales 9 ya han regresado a su hábitat, mientras que 18 continúan en recuperación.
“Han estado evolucionando poco a poco, algunos más lentos que otros, favorablemente. Los que han evolucionado más rápido ya han sido liberados, tenemos la liberación de 9 animales”, explicó el biólogo. Los animales reciben protocolos de hidratación, alimentación, multivitamínicos y energizantes.
Al rescate del mono aullador se han sumado 70 primatólogos de diferentes partes del país. Un grupo de ellos llegarán a Tabasco para colaborar de forma voluntaria en la investigación en campo, la atención a los animales y comprender qué está sucediendo en este polo del país.
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¿Cuál será el futuro del mono aullador?
Las plantaciones de cacao o la selva que sobrevive en Tabasco muy pronto podrían dejar de ser el hábitat de estos animales. El biólogo Gilberto Pozo Montuy considera que en poco tiempo, este lugar ya no será opción para que habiten, por lo que podrían necesitar un programa de translocación, para llevarlos a otros lugares con mejores condiciones como Áreas Naturales protegidas.
“Es una población en riesgo, mucho tiene que ver con la mala calidad del hábitat, puede ser susceptible nuevamente a sufrir baja por eventos meteorológicos, no solo por calor, también por tormenta e incluso epidemias. Están en una etapa donde su hábitat ya no los protege para poder subsistir”, señaló. “Lamentablemente el estado es de los más deforestados, los únicos lugares que quedan ya están ocupados por estos animales”.
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