El descubrimiento se dio en el yacimiento de Las Hoyas, cerca del Canal de la Mancha en España. Una serie de pisadas bien marcadas sobre piedra caliza se fosilizaron tras 129 millones de años de haber sido impresas en el suelo. De acuerdo con los paleontólogos españoles que analizaron el caso, lo más probable es que correspondan a un terópodo antiguo. Y lo que es más: que una extraña enfermedad prehistórica le haya deformado las extremidades.
Apodado por los medios como ‘dinosaurio cojo’, el mayor de los daños que le causó aquel padecimiento antiguo fue en una de las patas. Similar a las de las gallinas contemporáneas, se caracterizaban por tener tres dedos con garras afiladas. De acuerdo con las anotaciones de los autores del estudio, se aprecia cómo claramente el pie derecho era funcional, mientras que el izquierdo tenía un dedo dislocado.
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Los terópodos se caracterizaron por ser dinosaurios de 4 patas. De hecho, etimológicamente a eso apena su nombre: ‘thera’, en griego, quiere decir 4; mientras que ‘podos’ se traduce como ‘pies’. Ésta fue una categoría amplia de animales prehistóricos, en las que se clasifican a algunos de los más famosos actualmente:
«Los terópodos eran el grupo más diverso de dinosaurios saurisquios («con caderas de lagarto»), desde el Microraptor del tamaño de un cuervo hasta el enorme Tyrannosaurus rex, que pesaba seis toneladas o más», documenta Britannica.
De acuerdo con los investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, parece ser que el dinosaurio cojo que imprimió su pisada sobre la actual España pertenecía también a este grupo. A partir de la manera en la que se distribuyen las pisadas en el fósil, se percataron de que tuvo que adaptar su caminar al daño que le produjo la enfermedad en aquel entonces.
El estudio se publicó en la revista PLOS ONE, donde los autores especifican que el ejemplar pudo haber tenido «una altura de cadera estimada de aproximadamente 2 metros«. Por las condiciones biológicas que existían en este entorno entonces, los paleontólogos piensan que seguramente estaba buscando peces con los cuales alimentarse.
Los científicos detallan que los pájaros contemporáneos tienen deformaciones similares después de lastimarse. Especialmente, aquellos con la misma morfología en las extremidades. Uno de los animales que recibieron la herencia de esta especie es el emú: un ave australiano gigante, que tiene la misma estructura de ‘tripié’ en las patas.
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