Los trilobites aparecieron en nuestro planeta hace unos 542 millones de años y durante el Cámbrico se convirtieron en la especie más común en el lecho marino. Su cuerpo aplanado y dividido en tres lóbulos les permitió subsistir durante 200 millones de años y a pesar de los amplios estudios sobre las decenas de miles de especies encontradas, sus restos fósiles aún esconden secretos para los paleontólogos.
En esta ocasión, un equipo multidisciplinario encabezado por Brigitte Schoenemann, zóologo de la Universidad de Colonia, reveló la existencia de un sistema ocular sofisticado único en el reino animal en los trilobites del en trilobites del orden Phacopida, que vivieron en el periodo Devónico, hace 390 millones de años.
El sistema de visión de los trilobites (una especie pionera en el desarrollo de un sistema ocular avanzado) ha deslumbrado a los científicos desde hace décadas; sin embargo, se trata de la primera vez que se confirma que poseían tanto un sistema ocular altamente sofisticado, como una red neuronal local encargada de procesar la información que recibían a partir de los ojos, además de un «nervio óptico» que trasladaba tal información al cerebro.
A través de una tomografía computarizada, los científicos confirmaron la hipótesis propuesta hace medio siglo por Wilhelm Stürmer, radiólogo y paleontólogo aficionado que utilizó rayos X en fósiles de trilobites y sugirió que estos artrópodos prehistóricos poseían nervios ópticos.
Los ojos compuestos con facetas hexagonales y múltiples fotoreceptores en ellas son la regla entre insectos y crustáceos en la actualidad; sin embargo, en el caso de los trilobites del orden Phacopida, el par de ojos compuestos poseía 200 pequeños lentes en cada uno, que a su vez se subdividían en seis facetas. Mientras los lentes externos eran mucho más grandes que cualquier ojo compuesto conocido, se encontraban más apartados entre sí.
Según Brigitte Schoenemann, zóologo de la Universidad de Colonia que lideró el estudio,»el ‘hiperojo’ de los trilobites puede haber sido una adaptación evolutiva a la vida en condiciones de poca luz”, lo que les permitió sobrevivir en el fondo marino.
El hallazgo publicado en Scientific Reports también sugiere la posibilidad de que los componentes individuales del ojo realizaran “funciones distintas, permitiendo la mejora del contraste o la percepción de diferentes colores».
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