En las profundidades más inaccesibles para la vida humana del desierto de Namibia, la vida efervesce en tonalidades distintas. Recientemente, el hallazgo de un gecko con franjas neón que brillan en la oscuridad ha captado la atención de la comunidad internacional.
Nunca antes en la historia de la biología se había catalogado un animal vertebrado cuya piel emitiese una luz verde a la luz de la Luna. Mucho menos sobre la superficie terrestre. Según especuló el equipo de científicos que condujo el estudio sobre esta especie, esta luminiscencia es producto de que estos lagartos son capaces de absorber la luz azul que se refleja de nuestro satélite natural.
La fluorescencia inherente a este gecko de Namibia se produce cuando el animal entra en contacto con la luz que la Luna refleja del Sol. Es capaz de absorberla, para luego emitir una longitud de onda más larga a partir de secreciones químicas en su piel. Un pigmento específico sobre ésta, llena de cristales de guanina, es el que les permite brillar de esta manera.
De manera general, estas lagartijas se pueden encontrar en lechos de ríos que se han secado, o entre las dunas del desierto namibio. Pueden llegar a medir entre 10 a 15 centímetros de largo, según la Universidad de Michigan, y sus patas palmeadas están diseñadas naturalmente para excavar arena muy fina. Se les avista más comúnmente en las altas horas de la noche, ya que destaca por su brillantez natural.
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El caso de estos geckos llegó hasta Alemania, donde Mark Scherz, investigador postdoctoral del Adaptive Genomics Group de la Universität Potsdam, los estudió a profundidad junto con varios colegas suyos. Desde entonces, ya se sabía que los camaleones tienen huesos que brillan a través de la piel. Con este antecedente, los científicos empezaron buscar resplandores ocultos en otros reptiles y anfibios. Así dieron con los geckos neón, según señaló Scherz:
«En realidad, resulta que algunas otras especies, incluidos los geckos, tienen una piel lo suficientemente transparente como para que la fluorescencia de sus huesos se pueda ver a través de ella bajo una luz ultravioleta lo suficientemente fuerte».
Se les denominó como P. rangei geckos después de que David Prötzel, autor principal de este estudio, se llevara una sorpresa cuando iluminó su espacio de trabajo con una luz ultravioleta. Después de analizar a otros 55 ejemplares, los científicos alemanes concluyeron que este fenómeno no distingue entre sexos ni edad, ya que lo pudieron observar en jóvenes y adultos por igual.
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