Cada vez más ejemplares de águilas calvas pierden la vida a causa de venenos para ratas, al ingerir a roedores envenenados sin quererlo.
La prohibición del DDT ha permitido que las poblaciones de águilas calvas proliferen en los Estados Unidos. Sin cazadores ni amenazas humanas, aparentemente, las aves que ostentan el símbolo nacional del país podrían tener un entorno más seguro para establecerse y llevar una vida tranquila. Tras la muerte repentina de 133 ejemplares, sin embargo, esta suposición esperanzadora para la especie flaqueó.
¿Por qué murieron más de un centenar de águilas?
Las plagas de roedores que terminan con las cosechas en las zonas conurbadas aledañas a bosques están rebasando las capacidades de los granjeros estadounidenses. A tal nivel, que se han aplicado venenos estratégicamente para terminar con las ratas nocivas. De acuerdo con un estudio reciente, puede que la muerte de más de 100 águilas calvas esté relacionada con estas medidas de control.
De acuerdo con New Scientist, la investigación recopiló el cadáver de 116 águilas calvas y 17 águilas reales, que perdieron la vida entre 2014 y 2018. En más del 80 % de los casos, se detectó evidencia de que las causas de muerte estaban relacionadas con las ponzoñas empleadas para erradicar a las plagas de roedores.
Mark Ruder, investigador que estudia las enfermedades de la vida silvestre en la Universidad de Georgia y autor principal del artículo, destacó que esta problemática es un peligro mortal para las especies aladas del bosque:
«Esto realmente sugiere que a pesar de los mejores esfuerzos para usar estos compuestos sabiamente y minimizar la oportunidad de que las especies de aves rapaces estén expuestas, continúan en peligro de alguna manera», explicó a New Scientist.
Las águilas depredan naturalmente a gatos monteses, ratones y a otros tipos de roedores. Entre ellos, las ratas forman parte de su dieta común. Si su fuente de alimento perdió la vida a causa de sustancias nocivas, es muy probable que ellas mismas se infecten también, caigan gravemente enfermas, y mueran envenenadas.
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La agricultura estadounidense está cobrando más vidas de las previstas
El veneno empleado para matar a las ratas impide que la sangre coagule. De esta manera, provoca una hemorragia interna letal. Además, los raticidas más recientes tienden a persistir más tiempo en el cuerpo de cualquier criatura que tenga la mala suerte de comerlos.
«Es la capacidad de persistir en esos tejidos durante mucho tiempo lo que crea el problema», asegura Ruder. «Al ser depredadores y carroñeros eficientes, las águilas corren un mayor riesgo de acumular esta toxina a través de su sistema, básicamente por ser águilas, comiendo cosas muertas o matando cosas y comiéndolas».
El experto enfatiza que el veneno mortal para ratas todavía se utiliza ampliamente a pesar de la regulación. Por esta razón, es una necesidad urgente examinar qué vías de exposición tienen otras especies, para poder evitar el riesgo de que sigan cayendo presas de las medidas agrícolas de control.
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