Aunque estuvieron a punto de extinguirse, hoy el pavo salvaje y el venado cola blanca que protagonizaron el primer Día de Acción de Gracias se cuentan por millones en los Estados Unidos.
Hace 400 años, Nueva Inglaterra aparecía frente a los ojos de los peregrinos como un territorio con recursos inagotables. Irónicamente, las inclemencias del invierno y la ignorancia a propósito de las tierras y sus cultivos al otro lado del Atlántico llevaron a los colonizadores a pasar por periodos de hambruna prolongada a inicios del siglo XVII.
No fue hasta que aprendieron de la sabiduría de los nativos americanos y su vasto conocimiento del territorio que los colonos ingleses lograron producir sus medios de vida, dando inicio a asentamientos costeros que se convirtieron en colonias y sembraron la raíz de los Estados Unidos.
Tal encuentro (con todas sus polémicas) se conmemora cada otoño en el Día de Acción de Gracias, una de las celebraciones más importantes del año en Estados Unidos. A propósito de sus orígenes, Brian Handwerk de National Geographic se propuso rastrear qué ha pasado con los animales que formaron parte del banquete del primer Thanksgiving de la historia, un evento que según la tradición, ocurrió en el otoño de 1621. Este fue el resultado:
El pavo salvaje, un ícono del Día de Acción de Gracias
Los pavos fueron presa fácil para la llegada de la pólvora a Norteamérica y durante el siglo XIX, la población en Nueva Inglaterra experimentó una caída sin precedentes.
No fue hasta mediados del siglo XX cuando el gobierno estadounidense intervino para repoblar los bosques del estado con ejemplares de estados vecinos, que la población de pavos salvajes se recuperó.
Hoy habitan más de seis millones de pavos salvajes en todos los Estados Unidos contiguos y su caza sigue siendo un ícono de la cultura estadounidense; sin embargo, más del 88 % de personas que celebran el Día de Acción de Gracias consumen una tercera parte de los 214 millones de pavos producidos por la industria anualmente.
El bacalao, al borde de la extinción
Otro caso icónico es el del bacalao (Gadus morhua), una especie que se distribuye por todo el Atlántico norte y ha sido parte sustancial de la economía y riqueza de Nueva Inglaterra.
A finales del siglo XX, el crecimiento de la industria pesquera y su explotación indiscriminada provocaron un declive de su población en casi 95 %, una problemática sobre la que distintas organizaciones han tratado de concientizar en los últimos años.
Su consumo desecado a través de sal ha fungido históricamente como una reserva de proteína para los asentamientos más septentrionales, de ahí que se trate de una de las especies más preciadas para el consumo humano y decisiva en el Atlántico norte. En los últimos años, las poblaciones de bacalao han mostrado señales alentadoras de una lenta pero continua recuperación.
«Necesitamos restaurar los hábitats naturales y otorgar a las especies la mayor capacidad de recuperación posible, para que puedan adaptarse junto con nosotros a medida que cambia el clima», dice Hutchins.» No sabemos exactamente lo que traerá el futuro «, explica Eric Hutchins, biólogo marino de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) a National Geographic.
El largo camino para recuperar al venado cola blanca
Además del pavo, es altamente probable que en el primer Thanksgiving Day se consumiera carne de venado cola blanca (Odocoileus virginianus), una especie que se distribuye en todo el centro y este de los Estados Unidos y jugó un papel preponderante en la cultura de los distintos pueblos nativos americanos.
Aunque el venado cola blanca era consumido y aprovechado por los nativos americanos, su caza incluía una ceremonia que daba cuenta del respeto hacia la vida animal y el volumen era tan bajo, que resultaba incapaz de alterar el equilibrio ecológico. No obstante, en los siguientes siglos la caza indiscriminada y la deforestación disminuyeron su población dramáticamente.
Para 1890, la población anterior de decenas de millones se redujo a 300,000 individuos en todo el territorio estadounidense y no fue hasta el siglo XX que tras la regularización de las leyes de caza y un intenso programa de reforestación, que la especie se recuperó. Hoy se calcula que existen unos 30 millones de venados cola blanca en todo el país.
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