Con el cuerpo cubierto de púas y ávido de hormigas desérticas, el ‘Diablo Espinoso’ es una especie enigmática del desierto australiano.
Cuando el diablo espinoso se siente amenazado, se pone a llorar. Y no son lágrimas cualquiera: este lagarto de los desiertos en Australia es capaz de sacar sangre por los ojos. Toda su piel es una coraza rebosante en púas: las patas, la espalda e incluso el rostro están recubiertas de picos afilados.
Localmente, recibe varios nombres: ‘moloch’ y ‘diablo espinoso’ están entre los más comunes. Se le conoce así por el energúmeno fenicio ‘Moloch’, asociada al sacrificio de niños pequeños en piras consumidas por las llamas. Parece ser que este ser mitológico y el lagarto australiano tienen los mismos cuernos.
Te sugerimos: Gato del desierto, así es el felino más letal y difícil de observar de la Tierra
Un lagarto de dos cabezas
Como una especie endémica de los entornos más áridos de Australia, este animal es «capaz de beber a través de su piel», según documenta la base de datos Naturalista. Acostumbrado a que su hábitat natural carezca de cuerpos de agua abundantes, su cuerpo está diseñado para que «[…] el agua que cae o se condensa sobre la piel de este lagarto conducida por capilaridad hasta su boca«, explica el sitio.
Con apenas 20 centímetros de largo, es una de las especies más únicas de las que se tiene registro. De hecho, según bestia mitológica:
«Una cabeza es falsa: una protuberancia que se asienta sobre el cuello del diablo. Cuando se siente amenazado, un demonio espinoso bajará su cabeza real, presentando la cabeza falsa como señuelo».
Aunque no tiene las dimensiones de un dragón medieval, el diablo espinoso bien podría parecer una versión en miniatura de aquellas bestias voladoras. A pesar de ello, esta especie de lagarto australiano no come carne. Por el contrario, su dieta está basada principalmente en hormigas.
Como lo hacen los camaleones, los diablos espinosos atrapan a sus presas sólo con la lengua. No necesitan de ningún veneno o dientes afilados: la agilidad con la que extienden este músculo húmedo es suficiente. Con todo lo anterior, no son una amenaza más que para insectos pequeños que cohabitan entre las dunas con ellos.
Para defenderse de las amenazas, además de llorar sangre, el diablo espinoso es capaz de cambiar de color. Se adapta a las tonalidades del entorno en el que se encuentre. Incluso a pesar de su llanto ensangrentado, sus dos cabezas y las púas que tiene sobre el cuerpo, estos lagartos son presas fáciles para aves, reptiles más grandes y los seres humanos, que pretenden privarlos de su libertad adoptándolos como mascotas.
Sigue leyendo:
Descubren un gecko neón que brilla en la oscuridad
Encuentran a un macrodepredador de 36 millones de años en un desierto de Perú