El impacto del asteroide provocó una lluvia de esferas ardientes que aún se conservan en los fósiles de los peces.
Hace 66 millones de años, la península de Yucatán se convirtió en el epicentro del impacto de un asteroide de 14 kilómetros de diámetro, cuyos efectos dieron paso a una extinción masiva que cambió el curso de la vida en la Tierra y puso fin a la era de los dinosaurios.
A partir del análisis de restos fósiles de peces que murieron menos de 60 minutos después del impacto del asteroide, un equipo internacional de investigadores encabezados por la Universidad de Uppsala en Suecia, determinó que el impacto ocurrió justo durante la primavera en el hemisferio norte (y el otoño en el hemisferio sur), una temporada que pudo haber jugado un papel clave en la extinción de la mayoría de los dinosaurios y la supervivencia de otros seres vivos.
A más de 3,000 kilómetros del cráter de Chicxulub, el equipo analizó los restos fosilizados de esturiones y peces espátula del yacimiento de Tanis, en Dakota del Norte, un sitio que conserva registros extremadamente detallados de lo que aconteció en los minutos y horas siguientes al impacto del asteroide.
El equipo analizó espinas de los peces seleccionadas previamente y descubrió que de forma similar a los árboles, éstas crecen dejando una capa estacional año con año, que funciona como un registro detallado de la vida del pez hasta su muerte. Al unir este indicador a la densidad y volumen de las células óseas, el equipo fue capaz de identificar la llegada de la primavera, el verano, otoño e invierno en la vida de los peces que perecieron tras el impacto:
«Los anillos de crecimiento recuperados no solo capturaron las historias de vida de los peces, sino que también registraron la última estación del Cretácico y, por lo tanto, la temporada en la que ocurrió la extinción catastrófica», explica Jeroen van der Lubbe de la Universidad de Ámsterdam y autor principal del estudio.
La investigación publicada en Nature concluyó que el asteroide impactó en la primavera boreal y por lo tanto, durante el otoño en el hemisferio sur. Melanie During, autora principal de la publicación, explica que el evento catastrófico ocurrió en una época “particularmente sensible para los ciclos biológicos” que podría explicar porqué mientras algunos seres vivos como los dinosaurios se extinguieron, otros sobrevivieron y extendieron su presencia en todo el globo durante los siguientes miles de años.
“Ahora sabemos que la extinción debe haber comenzado abruptamente durante la primavera del hemisferio norte y comenzamos a comprender que este evento tuvo lugar durante etapas de vida particularmente sensibles de los organismos del Cretácico Superior, incluido el inicio de los ciclos de reproducción. Debido a que el otoño del hemisferio sur coincide con la primavera en el hemisferio norte, la preparación para el invierno puede haber protegido mejor a los organismos del hemisferio sur”, explica During.
Inmediatamente después del impacto, la placa continental se sacudió violentamente y provocó enormes olas en los cuerpos de agua, que a su vez impulsaron olas de sedimentos que “engulleron a los peces y los enterraron vivos mientras las esferas de impacto caían del cielo”.
Estas esférulas (pequeñas perlas formadas con vidrio de rocas terrestres) cayeron desde el cielo minutos después provocando una lluvia cuyos restos aún se mantienen atrapadas en las branquias de los peces estudiados.
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