Durante miles de años, el dodo vivió tranquilamente en la isla Mauricio, en el corazón del Océano Índico. Robusto, de pico redondeado y mirada alerta, esta especie de ave (Raphus cucullatus) floreció en toda la zona sin mayores amenazas —aún sin la capacidad de volar.
Los seres humanos llegaron la isla en el sigo XVI. El ave les pareció tan interesante, que la importaron a Europa durante décadas desde 1581. De hecho, la especie se volvió popular por ser poco ágil. Incluso, en Portugal coloquialmente se le empezó a llamar como el «pájaro estúpido» por su torpeza al caminar.
Sin embargo, con la invasión de exploradores europeos a la isla —antaño prístina, indómita—, las poblaciones de pájaro dodo muy pronto se vinieron abajo. Después de 3 siglos y medio de haberse extinguido, una empresa privada —financiada por la CIA— está buscando su resucitación. Y parece que están en buen camino para lograrla.
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Al buscar ‘Dodo’ en los motores de búsqueda, la primera pregunta que aparece es precisamente ésa: ¿Quién mató al último dodo? La indignación compartida por los usuarios en internet también alcanza a Colossal Biosciences, una empresa de investigación genética que pretende traer a la vida especies extintas por la presión humana.
Su valor principal es la de-extinción: «Combinando la ciencia de la genética con el negocio del descubrimiento, nos esforzamos por reactivar el latido del corazón ancestral de la naturaleza«, aseguran en su portal oficial.
Tras meses de investigación genética, la empresa reveló que finalmente decodificó el genoma del Dodo. Y lo que es más: está en vías de traer al mítico pájaro índico de vuelta a la vida. A partir de una técnica artificial con células madre, los investigadores planean insertar el material genético de la especie en el embrión de un animal vivo. Si todo sale de acuerdo al plan, podríamos ver dodos nuevamente en 2027.
Por lo cual, el producto de esta inserción . A lo mucho, será un híbrido de este ave no voladora con alguna otra especie que persiste hasta la actualidad. Beth Shapiro, genetista líder del proyecto, asegura que ésta no será una tarea fácil: habrá que encontrar al ave específica que pueda ser huésped de este material genético antiguo.
Se piensa que lo mejor sería aplicarlo en especies ‘estrechamente relacionadas’, explica Shapiro a los medios internacionales. Entre los candidatos predilectos, se encuentran la paloma de Nicobar o el ‘solitario de Rodrigues’. Sólo así, concluye la especialista, podrán descubrir las mutaciones genéticas «que convierten a un dodo en un dodo».
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