A pesar de que en la cultura popular el tiburón blanco es considerado el rey de los mares, un estudio revela su mayor terror: las orcas.
Ni siquiera todas sus hileras de dientes afilados le son suficientes para contrarrestar un ataque así. El tiburón blanco debe de ser diligente al encontrarse con una manada de orcas. En muchas ocasiones, la mejor opción para sobrevivir a una jornada de cacería es escapar. Incluso en las profundidades hostiles de los mares, la especie tiene claro que una familia organizada —y hambrienta— de estos animales es una sentencia de muerte segura.
Cacería en familia
Los tiburones blancos no se caracterizan por tener muy buena vista. Por el contrario, como otras especies hermanas, se guían por el campo electromagnético del planeta para encontrar el camino a casa. De la misma manera, compensan su carencia de visión con un sentido del olfato revolucionado. Con todo esto, el hecho de que las orcas sean animales monocromáticos les representa un peligro más.
A pesar de que el tiburón blanco pertenece a un linaje de depredadores poderosos, las orcas tienen una ventaja considerable sobre ellos. A diferencia de los tiburones, ellas cazan en conjunto. Después de largos años de entrenamiento, las orcas dominan diversas técnicas de ataque y cacería, que aprenden de sus abuelas desde muy jóvenes. En contraste, ellos llevan vidas en solitario.
De acuerdo con un artículo publicado en Nature Scientific Reports, los tiburones —así como otras especies más pequeñas— prefieren huir cuando un grupo de orcas se acerca. Ellos saben que no tienen oportunidad contra una familia hambrienta. Aunque los tiburones blancos pueden comer tranquilamente elefantes marinos, las ‘ballenas asesinas’ son un asunto completamente diferente. Para ellas, la unión sí hace la fuerza.
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Mejor de lejos
Para comprender el fenómeno a más profundidad, los científicos del Monterey Bay Aquarium marcaron a 165 tiburones blancos jóvenes. De esta manera, los pudieron rastrear y observar en los Farallones entre 2006 y 2013. En ese tiempo, encontraron un mismo patrón de comportamiento: «[cuando] las orca ingresaron al área, los tiburones salieron disparados del sureste de Farallón y las islas cercanas», escriben los autores.
El terror por estos superdepredadores de los mares es tal, que los tiburones blancos no regresaron ahí en un año entero. No importó que las orcas sólo estuvieran de paso por ahí —los escualos les tienen terror. En el momento de la verdad, no importa que los tiburones midan más de cinco metros y tengan varias hileras de dientes para defenderse: la habilidad en conjunto de las orcas para cazar es mucho superior.
Incluso cuando los tiburones blancos se detienen para comer, los investigadores observaron cómo las orcas no desperdiciaron una sola oportunidad para atacar. En una ocasión, mataron a un ejemplar joven a golpes, para después aprovechar su hígado como cena. En las profundidades de los mares, descubrieron los expertos, es mejor mirar a las orcas desde lejos.
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