Con una esperanza de vida muy reducida, los pollos pintados de colores llamativos se venden en los mercados latinoamericanos como juguetes para niños.
Hay mucha gente. Los espacios son reducidos. Entre los pasillos, la muchedumbre se empuja entre sí para abrirse camino. Los puestos ofrecen cualquier tipo de artículos: fruta de temporada, ropa, artículos de limpieza o de cocina. En algunos de los puestos, incluso, se ponen a la venta animales vivos: los favoritos de los niños, sin duda, son los pollitos pintados de colores.
En México, como en otros países de América Latina, es tradición que los mercados ofrezcan crías de pollo pintadas artificialmente de colores brillantes. Amarillo fosforescente, verde chillón, azul eléctrico, rosa mexicano y rojo encendido son algunos de los tonos favoritos. Poco tiempo después de ser comprados como juguetes, los animales mueren. Esta es la razón.
Juguetes desechables que respiran
A los pocos días de romper el cascarón, los pollos en México son rociados con químicos tóxicos para teñirlos de colores poco naturales. Es común que poco tiempo después de este procedimiento sean vendidos como juguetes desechables en los mercados locales. En algunos casos, es común encontrarlos en feria, o afuera de escuelas preescolares, donde es más fácil que los niños puedan verlos y adquirirlos.
México no es el único lugar donde estas prácticas son tradicionales: Perú, Colombia, Filipinas, Japón y Marruecos se suman a una lista extensa de países que comparten esta industria de abuso a los animales recién nacidos. En China, por su parte, pintan a las codornices para que parezcan personajes del célebre videojuego Angry Birds.
Si no mueren a las pocas horas de ser comprados por intoxicación, lo hacen días después, ya que no existe regulación alguna, ni un proceso de adopción para hacerse responsable del ser vivo como un animal de compañía.
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¿Por qué de colores?
El proceso para que los pollitos estén pintados se origina con colorantes vegetales. Estos químicos tienen sustancias tóxicas, que absorben desde la piel y los envenenan en cuestión de horas. Aunado a la falta de alimento y agua a la que los someten, tienen los días contados. Muchas veces, pasan sus últimos días con la piel quemada como consecuencia del tinte.
En masa, se colocan en cubetas para después rociarlos con tinte fosforescente. Algunos mueren en el sitio. Los sobrevivientes deben de secarse bajo el rayo directo del sol. En algunos casos, se inyecta el cascarón con tinta, para que ya nazcan con colores alterados. Esta alteración los afecta directamente, y nacen con malestares graves.
Aunque su venta es ilegal en México, todavía no existe una ley establecida que proteja los derechos de estos animales, que se venden en el comercio informal por menos de un dólar.
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