Las fauces del megalodón estaban atestadas de colmillos afilados. Las piezas más grandes que se han encontrado de la especie alcanzan los 19 centímetros. Como uno de los animales más voraces de la Prehistoria, dominaron los mares hace 5 millones de años. Incluso los depredadores más feroces de aquel pasado remoto huían de ellos, según un estudio publicado recientemente en Science Advances.
Para la investigación, los científicos calcularon las dimensiones aproximadas del megalodón por medio de un modelo en 3D. Con ellas, determinaron que es posible que estos animales prehistóricos no tenían problema en devorar orcas completas —o animales que se les parecían en tamaño y masa. Por ello, se les ha catalogado como ‘superdepredadores‘ por décadas.
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Los investigadores reconocen que es difícil inferir las dimensiones reales del megalodón. Incluso califican los estimados actuales como ‘rudimentarios’. Más que nada, porque sólo se conservan restos de colmillos. Rara vez se han encontrado otras partes de sus cuerpos. Aún con estas limitaciones, los científicos descubrieron que este titán prehistórico era más grande de lo que se pensaba originalmente.
Sin embargo, la dentadura es suficiente para calcular la velocidad con la que estos superdepredadores nadaban, así como el tipo de alimentación que tenían antiguamente. Con estos restos fósiles, consiguieron el primer modelo tridimensional de cuerpo completo que se tiene de este tiburón gigante:
«Estimamos que un O. megalodon adulto podría navegar a velocidades absolutas más rápidas que cualquier especie de tiburón en la actualidad y consumir por completo presas del tamaño de los depredadores ápice modernos», escriben los autores para Science.
Con ello, el megalodón no tuvo problemas para adaptar su dieta a ‘presas grandes’, como las describen los investigadores. Por el contrario, en sus migraciones prolongadas, se pudo adaptar a las especies con las que se encontraba en el camino. Con ello, también, la especie contribuyó al equilibrio ecológico de los océanos prehistóricos. Sobre todo, porque regulaba las poblaciones de otros depredadores antiguos.
Con todo lo anterior, los autores piensan que «su extinción probablemente tuvo un gran impacto en la transferencia global de nutrientes«, así como en la cadena alimentaria prehistórica.
A pesar de la euforia que generan los hallazgos de colmillos de megalodón, los investigadores de la Universidad DePaul, en Chicago, saben que las medidas que consiguieron son sólo aproximaciones.
“El tamaño y la forma de otros componentes del esqueleto, como el cráneo, las mandíbulas y todas las aletas, siguen siendo especulaciones”, explica a The New York Times Kenshu Shimada, profesor de paleobiología en la Universidad DePaul en Chicago.
Aún así, es seguro que ni siquiera los depredadores más grandes del periodo Cretácico podían hacerle frente al hambre voraz de este gigante prehistórico. A partir de este modelo en 3D, por aproximado que sea, queda claro que el megalodón podía darse festines con orcas, tiburones y otras bestias prehistóricas en las profundidades del mar.
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