Hace 99 millones de años, un caracol fosilizado intentó proteger a sus crías recién nacidas de ser capturadas en ámbar para siempre, pero falló en el intento.
Sucedió en medio del parto. Hace 99 millones de años, una madre fue capturada en una cápsula de ámbar mientras daba a luz a sus tres crías. Indefensos y desprotegidos más allá de sus caparazones, no pudieron evitar morir bajo la presión de la sustancia pegajosa. Fue así como los restos de un caracol fosilizado intacto fueron encontrados por un equipo de paleontólogos alemanes, en un contraste insólito: el comienzo de cinco vidas que terminaron muy pronto.
Una madre prehistórica dando a luz
No es ninguna novedad para la investigación paleontológica encontrar conchas de caracol entre los sedimentos de la Tierra. Por el contrario, hallazgos así se han hecho desde el siglo XVII, cuando empezaron a aflorar los primeros estudios en esta rama del conocimiento. Sin embargo, encontrar restos de cuerpos blandos se considera una rareza. En un ámbar de 99 millones de años, un equipo de arqueólogos no encontró un caracol fosilizado, sino seis: una madre con sus crías, detenidas en el tiempo.
Según los resultados del estudio, los restos datan del periodo Cretácico en la actual Myanmar. Más allá de la conservación casi perfecta de los cuerpos, nunca antes se había descubierto a una madre prehistórica dando a luz a tres de sus crías. La escena se apreció mucho mejor al capturarla en tecnología de micro-tomografía computarizada.
Adrienne Jochum, investigadora del Instituto de Investigación Senckenberg y del Museo de Historia Natural de Frankfurt, no pudo esconder su emoción al relatar el hallazgo de los restos paleontológicos del ejemplar de caracol fosilizado. No sólo descubrieron el cuerpo, sino el caparazón de una hembra terrestre casi intacta, a pesar del paso de los milenios. Nuestro nuevo hallazgo de ámbar es realmente notable también por esta razón», explica la experta.
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Inmediatamente después de nacer
El caparazón de la madre apenas alcanza los 11 milímetros de alto. Según los expertos, el cuerpo parecía un malvavisco aplastado por el ámbar. A pesar de las señales de alarma de la hembra, poco pudo hacerse para evitar ese destino fatal. En total, se registraron 5 crías recién nacidas, atrapadas para siempre inmediatamente después de nacer:
«Aparentemente, los caracoles fueron encerrados en la resina del árbol inmediatamente después del nacimiento y conservados en esa posición durante millones de años. La madre caracol debe haber notado su destino inminente y está estirando sus tentáculos hacia arriba en una postura de ‘alerta roja'», agrega Jochum.
Los restos sirvieron para catalogar a los ejemplares bajo la especie Cretatortulosa gignens. A diferencia de sus primos contemporáneos, que ponen huevos, parece ser que estos caracoles nacían sin necesidad de eclosionar. Se sabe que vivían en las selvas húmedas ancestrales, protegiéndose debajo de las hojas de sus depredadores naturales.
Este fósil con 99 millones de años de historia revela nueva información sobre las formas de vida que se desarrollaron durante el periodo Cretácico en Asia. «Basándonos en el descubrimiento, no solo podemos hacer declaraciones sobre la morfología y paleoecología de los animales, sino que ahora también sabemos que existieron caracoles vivíparos», concluye Jochum.
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